Hace cerca de 100 años que Alphonse Gabriel (“Al”) Capone llegó a ser prácticamente el dueño de la Ciudad de Chicago. Capone no se hizo famoso por nada heroico, su fama le vino por sus actividades fuera de la ley, llegando a ser el prototipo del mafioso que controlaba todo tipo de “negocios ilegales”: prostitución, extorsión, producción y contrabando de alcohol en los tiempos en que estaba prohibido; para mantener su poderío se requerían asesinatos y comprar o esquivar la ley. Para defenderse tenía un buen abogado, apodado “Easy Eddie”.
Las habilidades de Eddie en el manejo y manipulaciones de las leyes, legisladores y legalistas mantuvieron a “Big Al” (el Gran Al) fuera de la cárcel mientras fue su abogado y durante casi toda su trayectoria.
Capone le pagaba muy bien a Eddie, que podía darse el lujo de vivir en una mansión de una manzana en buena zona residencial de la Ciudad de Chicago, con sirvientes y todas las comodidades más modernas de la época. Eddie vivía la gran vida de la Mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor.
Pero Eddie tenía una gran debilidad. Un hijo al que amaba entrañablemente, fruto de un divorcio, la mamá vivía en San Luis Mo. con dos hijas, mientras que Butch, el hijo, se fue a la Academia Naval.
Eddie estaba muy pendiente de que no le faltara nada a su joven hijo: ropas, automóviles, lujos, porque el dinero no era obstáculo, pero a pesar de su relación con el crimen organizado, Eddie quería otro tipo de vida para su hijo, quería que supiera la diferencia entre el bien y el mal, deseaba que su hijo fuera un mejor hombre que él.
Desafortunadamente, no le podía dar a su hijo: Ni un buen nombre, ni un buen ejemplo. Eso lo impulsó a tomar una terrible decisión, con el fin de rectificar el mal que había hecho y, con absoluta determinación, Easy Eddie decidió que cooperaría con las autoridades y decir toda la verdad sobre la organización de Al Capone, tratando así de limpiar su nombre manchado y ofrecerle a su hijo por lo menos algún buen ejemplo de integridad.
Easy Eddie sabía que tendría que ser testigo en los Tribunales en contra de La Mafia, y él sabía perfectamente bien que le costaría la vida, pero testificó. Al año, la vida de Easy Eddie terminó, con una ráfaga de disparos y ametralladoras, en una solitaria calle de Chicago en 1939.
LA OTRA HISTORIA.- La II Guerra Mundial tuvo muchos héroes. Uno de ellos fue el Capitán de Corbeta Butch O’Hare. Era un piloto de caza, asignado al portaviones Lexington, nave madre de la flota del Pacifico Sur, de los Estados Unidos.
Un día su escuadrón completo fue enviado de emergencia a cumplir una misión y despegaron del portaviones a toda prisa.
Pero encontrándose ya en vuelo, en formación, Butch miró su indicador de combustible y se dio cuenta que habían fallado en llenarle el tanque completo de su avión. No tendría combustible suficiente para completar la misión y regresar al portaviones. El jefe de escuadrón le ordenó regresar al portaviones. Butch salió de formación y se dirigió de regreso a su portaviones.
Pero de regreso vio que un escuadrón completo de cazas Japonés se dirigía a toda velocidad hacia la flota Americana que se encontraba sin aviones para defenderla. Butch no tenía tiempo de regresar y alcanzar al escuadrón ni de ir a avisar a la flota. Lo único que podía intentar era desviar al escuadrón japonés para alejarlos de la flota.
Butch se enfiló desde lo alto, en picada, hacia la formación de los aviones Japoneses. Activó sus ametralladoras calibre 50 montadas en sus alas y comenzó a disparar alocadamente mientras cargaba directamente hacia la formación japonesa. Logró derribar a un primer enemigo sorprendido, y otro más, y otro más. Butch se desplazaba con mucha agilidad entre el escuadrón japonés desconcertado, al que ya lo había hecho romper formación y continuaba disparando tanto como podía hasta que sus municiones se agotaron. Aún así, sin temor alguno, Butch continuó en el asalto. Se enfilaba hacia los aviones tratando de tocar las alas o sus colas con la esperanza de dañar tantos aviones enemigos como le fuere posible de manera de que les imposibilitara volar y tuvieren que aterrizar forzosamente en el mar o simplemente retirarse.
Finalmente, el exasperado y confundido escuadrón japonés cambió de dirección. Con gran alivio Butch O’Hare en su estropeado avión caza regresó a su portaviones. Solo al revisar las películas montadas en las ametralladoras sus superiores se dieron cuenta de la verdadera hazaña de Butch derribando cinco aviones enemigos y haciendo que otros tantos aterrizaran forzosamente en el mar.
Esto sucedió el 20 de Febrero de 1942, y por esta acción, Butch llegó a ser el primer “As Naval” de la II Guerra Mundial y el primer Piloto Naval al que se le concedió la Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos.
Un año más tarde, Butch pereció en combate aéreo a la edad de 29 años. Pero su ciudad natal de Chicago guardó su memoria en el nombre del Aeropuerto O’Hare de Chicago, en tributo y honor a este gran joven héroe norteamericano.
Sí, ya habrás adivinado, Butch O’Hare era el hijo de “Easy Eddie”, el abogado de Al Capone.
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