La corriente Jacobina, que nació durante la Revolución Francesa, se distinguió por su postura ultra-revolucionaria, ultra-patriótica y ultra-republicana. En ese periodo, los jacobinos eran los radicales de la izquierda, los enemigos del clero, los antagonistas de las castas sociales y los adversarios del rey y la aristocracia.
Si hoy tuviéramos la desdicha de levantarlos de la tumba y tuviéramos que verlos movilizar políticamente en la sociedad, los jacobinos, irónicamente, no estarían enarbolando la bandera radical de la izquierda. Estarían hostigando al gobierno y creando caos en la comunidad, tal como lo han venido haciendo los miembros del Tea Party.
Al igual que lo hiciera el ex alcalde de New York Rudolph Giuliani, los jacobinos estarían cuestionando el patriotismo de los líderes del país sin razón alguna.
“Yo sé que es una cosa terrible lo que voy a decir, pero yo creo que el Presidente no quiere a nuestro país. [Obama] no te quiere, ni tampoco me quiere. No fue criado como nos criaron [nuestros padres]. No fue criado con amor a este país”, manifestó.
El presidente Barack Obama, de acuerdo a la definición patriótica de Giuliani, es un mercenario político; trabaja en el puesto más importante del mundo por dinero, para hacer daño a este país y no por fidelidad a su patria.
Ante los ojos de Giuliani, el patriotismo está pintado de color blanco y negro, no existe partes grises en su entorno político. Bien amas a tu patria o bien la rechazas. Ese fue la ideología pura de los jacobinos a fines del Siglo XVIII.
Hoy, hay un sinnúmero de intelectuales norteamericanos que se dedican a escribir libros que critican la política del gobierno. Por ejemplo, si uno alcanza a leer los libros de Noam Chomsky, un erudito de la historia y política de Estados Unidos, lo único que puede apreciar es su “ciego” desamor a las políticas de su país alrededor del mundo.
Lo anterior no quiere decir que Chomsky deteste a su país. Por el contrario, tal vez es uno de los que más lo aman y más interesado está en su bienestar. Por eso se dedica a la crítica.
Asimismo, muchos de nosotros que llegamos a este país, valoramos los beneficios que nos brinda el sistema político en los diversos niveles de gobierno. Los que somos norteamericanos naturalizados podemos votar y movilizarnos políticamente. Y los que no son, por lo menos tienen “voz”, misma que está protegida por la Constitución.
Durante el movimiento anti-inmigrante que azotó a la ciudad de Costa Mesa, muchos líderes comunitarios –latinos y no latinos– nos movilizamos contra aquellos elementos racistas neonazis que empezaron a apoderarse paulatinamente de las instituciones políticas del gobierno municipal. Nos movilizamos porque vimos un peligro inminente y quisimos resguardar las instituciones de este país; y no, como argumenta Giuliani, porque las rechazamos.
Así, Rudolph Giuliani y la vanguardia del Tea Party, encajan claramente dentro de la ideología jacobina radical republicana. Dicen ser los estadounidenses más patrióticos del país y critican a quienes piensan lo contrario.
Lo cierto es que son los más despiadados y los menos tolerantes de las libertades ciudadanas. Son igualitos que los jacobinos.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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