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El Pollito Copión.

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Pollín era un poco flojo para los estudios y aunque era inteligente siempre se dejaba llevar por esa vocecita interna que le decía: “¿Para qué pierdes el tiempo estudiando y haciendo tantos deberes? m

Pollín era un poco flojo para los estudios y aunque era inteligente siempre se dejaba llevar por esa vocecita interna que le decía: “¿Para qué pierdes el tiempo estudiando y haciendo tantos deberes? mejor descansa y mañana copias el examen de algún compañero y obtendrás el aprobado sin tener que hacer tanto esfuerzo.” Ya se podrán imaginar que Pollín siempre hacía caso de esa voz y en vez de estudiar se dedicaba a jugar y a jugar.

En clase, todo resultaba fácil para Pollín. Su habilidad para copiarle a su compañero de al lado era inigualable. Por lo general, sacaba muy buenas notas, ya que él sabía quién estudiaba y quién no. No faltó en que el profesor se diera cuenta de que en cada examen hubiera dos ejercicios exactamente iguales. La conclusión era sencilla: alguien se dedicaba a copiar. No tardó en comprobar la culpabilidad de Pollín, y entonces decidió darle un escarmiento, y para esto se hizo de un cómplice; el alumno más listo de la clase, por supuesto.

Al día siguiente el profesor dio un examen y tal como estaba planeado sentó a Pollín junto a su cómplice. De acuerdo con el plan el compañero de Pollín debería poner sobre el papel cosas sin sentido, y así lo hizo. Como era de esperarse Pollin comenzó a copiarle sin poner cuidado en lo que escribía, eso no le importaba. El profesor colocó el examen de Pollín sobre la puerta de la clase, para que todos lo vieran.  ¡Qué vergüenza tan enorme tuvo que pasar Pollín! Desde aquel día no ha vuelto a copiar, pues comprendió que es una cosa tonta e inútil.

Moraleja:

Si actúas con responsabilidad, te evitarás toda contrariedad.

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