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Elige bien tus amistades

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Dr. Eduardo López Navarro

Dr. Eduardo López Navarro


Somos seres so­ciales. Nos gusta compartir situa­ciones positivas con otras personas. Es importante tener amista­des cercanas, otras más lejanas, pero también es importante el darnos un tiempo solos.
Para muchos, quienes valoramos el regalo de la amistad, muchas veces sentimos un fuerte y gran deseo de hacer amistades, y las elegimos al azar, sin preocuparnos cómo son, cómo pien­san, en realidad lo único que tenemos como meta es no estar solos. Y con el paso del tiempo, nos vamos dando cuenta de que aquel que pare­cía ser buena persona, no lo era en verdad. De que aquel que afirmaba siempre cuidar nuestro interés, básicamente estaba cuidando el suyo.
Cuando tenemos hambre de amigos, no nos fijamos en el tipo de persona que elegimos. Y al no fijarnos con cuidado en ‘esa persona que elegimos’, no vemos que estamos con la perso­na equivocada. Luego, ya hecha esa elección, no tomamos los pasos adecuados y no llegamos a ver cómo nos daña el tener a una mala amistad.
En la mayoría de los casos, aunque veamos que elegimos a la persona equivocada, no hacemos nada para alejarnos de él o ella, aunque en nues­tros corazones sabemos honestamente quiénes son, y lo que son capaces de hacernos.
Si estás buscando amistades, nunca lo hagas si te sientes solo o sola, ya que el hambre de tener a alguien a tu lado puede ser tan intensa, que te prevenga de ver la verdadera forma de ser de esa persona. Busca amigos sólo cuando estés tranquilo y no alterado, cuando estés sintiéndo­te seguro y no cuando te sientas inseguro.
El papel de un amigo no es el de rescatar, ni el de salvar ni el de adornar, el papel de amigo es el de compartir en las buenas y en las malas, y siempre tener tu mejor interés en mente. Si tie­nes a tu lado a un mal amigo, no hay razón por lo cual debas de seguir al lado de esa persona. Habla con ese amigo y déjale saber las cosas que te molestan de él y dile que te gustaría que cambiara. Conversa con tranquilidad pero con asertividad.
Dale la oportunidad a que recapacite, re­estructure y cambie. Sin embargo, si la per­sona no decide cambiar, será mucho mejor idea dejarlo o dejarla ir…
Eso no te hace mal amigo, sino que te hace darte a respetar al igual que a los demás.
Los buenos amigos apoyan, ayudan, aseguran, comparten, quieren, reparten, enseñan, disfrutan, cuidan, protegen, respaldan y motivan.
El mal amigo quita, extrae, succiona, arranca, evita el crecimiento, siente envidia, compite por triunfar, no le importa dañar con tal de salir ganador.
Toma un inventario de las personas a tu alrededor, y basado en las cosas que acabamos de mencionar, determina quién es el buen amigo y quién no. Has limpiezas de lo que no te haga falta, incluyendo a amistades tóxi­cas. Busca nuevas amistades. Tú eres la única persona responsable de tu propio bienestar. No debes de depender de nadie más.
Por lo tanto, te toca a ti cuidarte de malas influencias. Antes de una bue­na amistad, debe de haber tiempo para conocer a la persona. Antes de una buena amistad, llegarán muchos imperfectos por arreglar. Arréglalos antes de decidir si deseas, aun así, seguir adelante con esa amistad.
Hagas lo que hagas, elige bien a tus amistades.

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