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‘‘Fantasías sexuales’’ el salvavidas ideal.

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Por muchos años las mujeres guardaron como su más íntimo secreto sus propias fantasías sexuales, excluyéndolas por el morbo que esto implicaba. Optándose la idea errónea que sólo los hombres tienen el

Por muchos años las mujeres guardaron como su más íntimo secreto sus propias fantasías sexuales, excluyéndolas por el morbo que esto implicaba. Optándose la idea errónea que sólo los hombres tienen el derecho de tener fantasías sexuales, al igual que se ha “acuñado” por la creencia popular que ellos tienen más necesidades sexuales. Pero quienes han estudiado el tema desde la sexología, afirman que existen muchas similitudes entre las fantasías de unos y otras. Las fantasías de carácter erótico aparecen con mucha fuerza en la adolescencia. Doris una chica que estaba locamente enamorada de un actor de televisión y contaba que tenía el cuarto repleto de sus fotografías, soñaba despierta con demasiada frecuencia con ese amor idílico y a su mente acudían escenas de gran pasión erótica. Terminaba por preguntarse: ¿Esto es malo? Las fantasías el mejor salvavidas Las fantasías sexuales son el salvavidas de muchas mujeres sin pareja. Pero todo el mundo vive, en mayor o menor medida, esas imágenes y pensamientos sobre temas sexuales que nos llenan de sensaciones muy placenteras.

Por medio de las fantasías, podemos hacer todo lo que nos gusta, no hay límites y la imaginación y la creatividad se desbordan. Es un terreno donde nada está prohibido y todo puede ser posible, aunque a veces nos asuste. Comúnmente fantaseamos para hacer todo aquello que no nos atrevemos o no queremos hacer. Alguna gente, lucha contra esas imágenes al considerar que es algo impropio. Sin embargo, los pensamientos y figuraciones no son actos. Se puede, por ejemplo, fantasear con personajes de ficción y eso no quiere decir que hemos sido infieles. Según Al-Garaia, una página web española sobre sexualidad, los miedos más comunes que aparecen mientras fantaseamos son:

• A perder el control con nuestra imaginación y fantasear con cosas que pueden estar en contradicción con nuestro sistema de valores.
• A querer llevar la práctica, a la realidad todo lo que fantaseamos. Por el simple hecho de utilizar una fantasía, no significa necesariamente que debemos llevarla a la práctica. Cuando la fantasía se intenta llevar a la realidad, deja de ser fantasía para pasar a ser acto y, además, la mayoría de las veces pierde su poder erótico.
• Algunas mujeres comparten sus fantasías con la pareja mientras que otras, las guardan celosamente como algo íntimo o ante el temor de no ser comprendidas y se les intente buscar otras connotaciones que no tienen. No obstante, de todo esto se habla bien poco. Se evita porque en realidad a la gente le da vergüenza que otros u otras conozcan de sus pensamientos eróticos y puedan creer que tiene, en su fuero interno, una conducta inmoral. Sin embargo, aconsejan los expertos en sexualidad, no hay que asustarse tanto por inventar historias de principio a fin, con todos los atributos que queramos. Al contrario, las fantasías sexuales pueden ser una fuente de crecimiento personal y autoconocimiento de placer, de juego o de creatividad. A partir de ellas, podemos entender muchas de nuestras actitudes relacionadas con la sexualidad.

Algunas investigaciones han arrojado que más del 90% de los adolescentes, hombres y mujeres, tienen fantasías eróticos durante esa práctica. Argumenta el sexólogo colombiano Germán Ortíz, que por lo común, las funciones de las fantasías son:

• Originan excitación y pueden provocar excepcionalmente el orgasmo.
• Sustituyen experiencias inalcanzables.
• Aumenta el placer durante la actividad sexual.
• Facilitan la respuesta sexual.
• Constituyen una forma de ensayo de experiencias posteriores que producen mayor seguridad a sí misma/o sin exponerse a ningún riesgo y con total control.

Comenta el sexólogo que todavía existen personas que califican a las fantasías, como algo enfermizo; sin embargo -afirma- será más lógico pensar que quien no las tiene, puede estar mostrando un altísimo grado de represión sexual interior, que le dificulta el aprendizaje y el desarrollo de la seguridad en sí mismo. Son, por tanto, mecanismos de adiestramiento que disipan muchos miedos de la inexperiencia y por ello, más que sentir temores ante ellas, debemos reconciliarnos con una variante que puede darnos seguridad en nosotras mismas. Las fantasías repercuten decididamente en las futuras experiencias sexuales. Y pueden servir, además, para evitar la rutina, ese monstruo que al decir de Balzac todo matrimonio tiene que combatir por el bien de la relación…. Así que: ¡libera tu fantasía sexual que es el mejor salvavidas que puedas tener!

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