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Una roca a la vez

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Algunas veces estamos tan obsesionados en nuestras posesiones, que no nos damos cuenta cuando algo anda mal en nuestras vidas y en caso de que nos percatemos, difícilmente comprendemos por donde comen

Algunas veces estamos tan obsesionados en nuestras posesiones, que no nos damos cuenta cuando algo anda mal en nuestras vidas y en caso de que nos percatemos, difícilmente comprendemos por donde comenzar un proceso de cambio. En cierta forma, somos como aquellos ríos que han ido marcando su curso durante años y años y no creemos que eso pueda modificarse, ¿o si?…. ¿Sería posible cambiar el curso de un caudaloso y poderoso río? Muchos de nosotros al pensar en la necesidad de cambiar algo en nuestras vidas, lidiamos con esta pregunta.

La siguiente historia narra la relación entre un viejo sabio y su nieto, y una posible respuesta a nuestra pregunta…. Muchos años atrás, un joven indio y su abuelo pasaban sus días juntos, tal como era la costumbre. El  anciano empleaba la mayoría del tiempo enseñando al niño a cazar, pescar y hacer distintas cosas para sobrevivir. Todo esto de una manera “ritual”. Habiendo vivido muchos años, el abuelo poseía distintos poderes para sanar y educar. Grande era pues, su conocimiento en diversas cuestiones.

Una mañana el abuelo le dijo al su nieto: “Hoy, nosotros cambiaremos el curso de un poderoso río”. El niño estaba completamente lleno de asombro, ya que sabía que su abuelo era un gran hombre capaz de realizar grandes cosas, pero cambiar el curso de un poderoso río… ¿Qué mortal podría realizar tal cosa? A medida que se aproximaban al río, el corazón del niño palpitaba al imaginar el curso del río siendo modificado. Cuando llegaron al borde del río, el anciano se sumergió en las aguas y tomó una piedra del fondo del tamaño de un melón, caminó con ella hasta la orilla y la colocó ahí. Luego fue por otra e hizo la misma operación.

El niño vio, a través de las cristalinas aguas, como el agujero dejado por cada piedra era llenado ahora con arena y agua, en tanto que en la orilla el agua golpeaba las dos piedras. En ese momento comprendió que en cierto modo, aunque de pequeña manera, pero su abuelo había cambiado el curso de un poderoso río.

El anciano guiñó el ojo a su nieto y le dijo: “Este es el modo en que un gran río es cambiado. Una piedra a la vez. Es la forma que cada hombre puede cambiar el curso de los ríos de la vida. Cada acción que realizas, cada palabra que dices, afectará o cambiará el curso de vida de una persona. No dejes de cambiar el curso de los ríos, mi pequeño”. El abuelo era un hombre muy sabio…

¿De qué manera podría utilizar usted esta historia para comenzar a cambiar, en su vida, en su trabajo, en su economía? ¿Cuál es esa primer roca que debería remover? Si cada acción que toma y cada palabra que dice, cambia el curso de las personas o el de una organización, ¿qué podría usted hacer o decir, que comenzara a mover hacia un sendero de mayor y mejor calidad de vida?… Piénselo y Actúe en Consecuencia!

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