La lista de los candidatos de los demócratas para las elecciones presidenciales de 2016 ya se sabe. Y está muy claro también la candidata que va a ser ganadora: Hilary Rodham Clinton. Mientras que en el bando republicano la lista es interminable, puede incluso incluirse –con todo el rigor de la ley– cualquier alcalde desconocido del pueblo más inhóspito del país.
Así están las cosas en el Partido Republicano. No tienen un candidato claro que reúna las cualidades de ganador. Empero, para ser justos y no tan atrevidos, hay algunos a quienes se los puede considerar cabecillas de esa larga lista.
Iniciaremos primero con Paul Ryan, representante de la Cámara Baja del Congreso y compañero de equipo de Mitt Romney, candidato a la presidencia en las elecciones de 2012. Como cualquier ex contendiente a la vicepresidencia, las aspiraciones de Ryan son llegar a la Casa Blanca y tratar de iniciar con el pie “derecho” a la contienda presidencial.
El puesto político que tiene en este momento (representante de la Cámara Baja) es demasiado chiquito como para ejercer una función tan importante como la del presidente de la República.
A los norteamericanos les gusta que un candidato sea gobernador de un estado “llamativo” o que, por lo menos, sea Senador.
Es muy probable que Ryan se presente a las elecciones e inicie como puntero de la contienda en las primarias republicanas. Una vez que los electores conservadores se den cuenta de que este gallo no es más que un pollito y está hecho para las peleas menos importantes, lo tirarán del cuadrilátero electoral.
Luego tenemos una la lista de senadores postulantes como Ted Cruz. No es un político cualquiera, habla con el corazón más que con la mente. No es un político hipócrita como John McCain u otros políticos que cambian su postura por conveniencia y cuando se les pega la gana.
El problema de Cruz es precisamente eso, su sinceridad. Tiene la boca muy grande, su ego es del tamaño de una iglesia, es un gallo con una cresta de medio metro y con un plumaje extremadamente pesado y descolorido por los malos ideales que lleva en las venas. Cruz no será candidato.
El siguiente es otro latino que brilla por sus propias lumbres. Su nombre es Marco Rubio, senador del estado de Florida y una de las estrellas latinas en un partido extremadamente anti-inmigrante. Rubio es más inteligente que Cruz, en el sentido de que sabe interpretar los procesos y las tendencias políticas, y sabe flexibilizar sus ideales políticos para mantenerse dentro de la contienda política. Empero, Marco Rubio no tiene el apoyo de las bases conservadoras, particularmente de los sociales religiosos de los estados del Sur. Por lo tanto, su candidatura es bienvenida, pero se quedará en el camino y no llegará a la vuelta final.
Luego tenemos tres candidatos potentados. El gobernador de New Jersey, Chris Christie, es un político con muchos potenciales, pero que tiene todas las de perder; ya que durante la crisis que afectó a su Estado, buscó afanosamente la ayuda del presiente Obama, quien se la concedió. Y eso nunca le perdonará el electorado republicano.
Finalmente tenemos a los dos candidatos que en mi opinión llegarán a la recta final. El ex gobernador de Florida, Jeb Bush, y el senador Rand Paul. Los dos nunca se presentaron a una contienda presidencial. De los dos, el candidato más sólido, aquel que le puede ganar a Hillary Clinton es Bush, pero su apellido, de todos modos, es Bush. La gente está muy aburrida con ese nombre.
Paul es muy joven y no tiene experiencia en un cuadrilátero de peso pesado. Su tendencia se aferra más a los del Tea Party y, por consiguiente, no es una de las cartas para la victoria en 2016. Los republicanos necesitan un milagro para ganar en las próximas elecciones presidenciales
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com.
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