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Cavando sus propia fosa

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Por: Dr. Humberto Caspa

   Es ya casi sabido que ninguno de los tres candidatos (Trump, Cruz o Kasich) logrará acumular los 1237 delegados, los cuales son necesarios para nominar oficialmente al candidato del Partido Republicano de caras a las elecciones presidenciales de noviembre.

   En vez de relajar las tensiones y unificar a un partido político que ha sido vapuleado por todas partes, Trump se ha dedicado a insultar a sus correligionarios y deslegitimar el sistema electoral de su propio partido político.

   No se da cuenta que al volver a su estado normal de insultos, el empresario de copete rojizo no hace más que darle oportunidad a sus detractores de aniquilarlo en la convención que se aproxima en julio de este año. En esta reunión, los delegados estarán eligiendo al candidato oficial de su partido político.

 Todo empezó con el nombramiento de delegados en el estado de Colorado el pasado 8 de abril.  Dichos delegados fueron elegidos a través de una convención local y no por medio del voto popular.  Estaban en juego 30 delegados.

   Como Trump es un neófito en la política, nunca tuvo una organización adecuada para acumular un porcentaje de estos delegados. El senador Cruz lo madrugó, le dio un golpe en plena sien y le arrebató los 30.  El pobre Trump se quedó sin nada.

   Fue una derrota vergonzosa porque claramente hizo notar su falta de conocimientos sobre el proceso electoral de las primarias. Queda claro, entonces, que no tiene idea de la forma cómo son elegidos los delegados. Tampoco se da cuenta que, llegado el momento, sus propios delegados le pueden abandonar sin considerar su agenda política.

  Por consiguiente, Trump no entiende que el proceso electoral de las primarias es un proceso que elige al candidato oficial de su partido en forma indirecta. Es decir, cuando el electorado emite su voto, los votantes están eligiendo a los “delegados”, quienes, por su parte, votan en una convención política y deciden quién va a ser el candidato de su partido político.

   Como en otras oportunidades, cuando el juego de la política le acierta un golpe certero en la cabeza, lo único que sabe hacer es abrir su bocota, lanzar insultos y crear más controversia a su alrededor.

   El sistema electoral del Partido Republicano es “fraudulento, terriblemente sucio”, manifestó.  En otras palabras, el empresario de bienes raíces está llamando corruptos a sus dirigentes políticos. Lo que es peor, está etiquetando indirectamente a los delegados como productos nocivos de un sistema político altamente en descomposición.

   En este sentido, Trump no hace más que cavar su propia fosa.  En vez de estar cortejando a los delegados de su partido, los está alejando con su bocota de decibeles ilimitados.

   Trump puede tener el apoyo de una gran mayoría del electorado de los republicanos, pero en una convención dislocada, son finalmente los “delegados” quienes determinarán quién va a ser el representante de los republicanos en las elecciones presidenciales de noviembre.

  Trump quiere triunfar, debería dejar de pensar como un niño y asumir su papel de candidato político con responsabilidad, pero afortunadamente para el país, es tan ególatra, que piensa que él todo lo puede.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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