Inculcarles valores a la personalidad de su niño ayudará a forjar en un futuro una persona con bases firmes, pero en ocasiones muchos padres no saben cómo formar esos valores en sus pequeños
Como padres de familia, una de nuestras mayores preocupaciones es fortalecer el carácter de nuestros hijos. Queremos que sean amables, honestos, generosos, responsables, humildes, en fin, la lista de virtudes es interminable. Tanto, que nos podemos sentir abrumados por “todo el trabajo” que tenemos que hacer, sobre todo en los primeros años de sus vidas.
El psicólogo Thomas Lickona, comenta que los padres perfectos no existen y por mucho que se empeñen en formar correctamente un hijo, se debe tener presente que ellos tienen libre albedrío y es al final, cada persona la que tiene en sus manos la formación de su carácter. Es decir, los padres no pueden controlar el resultado, aunque sí tener influencia.
Autor del libro “Carácter”, el doctor en psicología asegura que educar a un niño civilizado lleva unos 20 años de enseñanza permanente y otros 10 de revisión.
El desarrollo del carácter debe tener la más alta prioridad y para ello, hay que saber antes qué es un buen carácter. Al respecto aseguró que éste se define a partir de 10 virtudes esenciales. Sabiduría para tener buen juicio y poder discernir entre lo bueno y lo malo. Justicia, que es el respeto a la dignidad de toda persona, incluido uno mismo; de ella emanan la tolerancia y la honestidad. Fortaleza que implica paciencia, perseverancia, virtud esencial para que no se frustren. Autocontrol o templanza. Amor, que se entiende como sacrificarse por los demás y que va más allá de la justicia, pues tiene que ver con la empatía y la generosidad. Actitud positiva. Trabajo duro. Integridad, que es lo contrario a la autodecepción, es ser consistente con uno mismo. Gratitud, que es el secreto de la vida feliz y es una elección. Y humildad, un deseo de ser mejor.
Amar a los hijos ya que cuando ellos logran apego emocional se relacionan mejor con la autoridad del padre y son más receptivos a los valores.
Enseñar a través del ejemplo, ya que los niños están siempre observando. Por eso, si se produce una discusión en la pareja, ella debe saber luego reparar. Además, explicó, los niños escuchan las opiniones que sus padres dan sobre diferentes temas de la vida y deducen de ellos la moral.
Manejar el entorno moral, o controlar el ambiente en que los hijos se desenvuelven. Ello implica que no sólo hay que conocer sus amistades, sino las familias de sus amistades. Un punto esencial aquí tiene que ver con los medios de comunicación que saturan la existencia. Al respecto, Lickona aclaró que los niños deben tener claro que los medios como TV, computador, Internet son un privilegio no un derecho y, por lo tanto, su uso requiere de permiso y presencia de los padres.
Enseñar directamente para formar hábitos y educar la conciencia, lo que implica dar mensajes claros y con intención. Esta debe incorporar la explicación de por qué algunas cosas son buenas y otras malas. Una de las formas de enseñar en forma directa puede hacerse utilizando libros u artículos de modo de poner el tema de conversación.
Disciplinar con sabiduría o enseñar a los niños a tomar buenas decisiones. Esto implica hacerlos entender porque algunos actos son buenos y otros malos y que ellos aprendan a cuestionarse esos actos.
Resolver los conflictos en forma justa que implica poder detectar el problema, hablar sobre éste y luego encontrar una solución.
Darles oportunidades de practicar las virtudes. Esto significa que no basta que sólo se hable de ellas, sino que se entreguen responsabilidades en la vida familiar que les permitan aplicarlas.
Buscar el desarrollo espiritual de los hijos, ya que hay estudios que demuestran que los niños que dicen que la fe es importante para ellos tienen niveles más altos de altruismo y menos involucramiento en actividades riesgosas como el alcohol, las drogas o el sexo.
El carácter se formará a través del ejemplo siendo padres con autoridad moral más no autoritarios.
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