De acuerdo a Wikipedia la infidelidad se refiere, popularmente, a las relaciones afectuosas del tipo romántico, a corto o largo plazo, establecidas con personas distintas del vínculo oficial que a menudo se mantienen en secreto por considerarse como una amenaza a la institución familiar. Aunque de acuerdo con el DRAE el vocablo (proveniente del latín infidelĭtas, -ātis) denota el incumplimiento del compromiso de fidelidad o la falta de ésta. Por consiguiente, puede significar la carencia de lealtad o quebrantamiento de la misma hacia cualquier compromiso moral como la religión, la amistad, el matrimonio (situación que se conoce como adulterio) o cualquier otra relación amorosa o erótica.
Caer en una infidelidad es algo que suele ocurrirle a cualquiera, ¿has o te han sido infiel? ¿Con quién has o te han engañado?, preguntas que aunque no lo creas, son cada vez mas comunes en estas épocas.
“Nunca le contaré lo que pasó”
“Cuando me enviaron a una misión internacional, mi mujer me engañó al menos tres veces. Ella fue la que me lo dijo. Me dolió muchísimo, y conseguimos superarlo. Unos años después, en el extranjero, comencé una relación con una compañera de trabajo. Duró seis meses. En ese momento, lo justificaba como si tuviese que ponerme a su nivel. Ahora me siento fatal. Lo hice, se terminó y nunca le contaré lo que pasó”.
De acuerdo a una investigación realizada por el Departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, en donde se encontró que es muy común iniciar una “aventura amorosa” con un amigo muy cercano o con un compañero del trabajo.
La investigación, dirigida por Lindsay Labrecque, estudiante de doctorado de Psicología, y por el profesor de la misma especialidad Mark Whisman, consistió en nueve años de investigación y entrevistas a 13,030 adultos en todo EEUU. Este estudio reflejó que los hombres incurren en la infidelidad con más frecuencia que las mujeres. En concreto, el 21% de los hombres y el 13% de las mujeres entrevistadas reconocieron que fueron infieles por lo menos una vez en su vida.
Un 53.5% de los encuestados que reconoció haber sido infiel afirmó que tuvo relaciones sexuales con alguien “que conocían muy bien”, como un amigo cercano, mientras que el 29.4% lo hizo con personas cercanas, tales como “un vecino o un compañero de trabajo”. El resto de los encuestados infieles admitió haber tenido relaciones con desconocidos o “conocidos casuales”.
Una posible explicación, según Labrecque, es que los hombres tienen “una actitud más favorable” hacia la infidelidad, aunque solo el 12% de los hombres infieles paga por tener sexo, mientras que entre las mujeres esa cifra se reduce al 1%.
Los investigadores encontraron que las actitudes de los adultos hacia la infidelidad se ha modificado con la llegada del siglo XXI, aunque no tanto como podría suponerse y es que la desaprobación de las relaciones extramaritales, es decir que sea vista como “algo malo”, pasó de un 79% al 76% en 2016.
“En general, el índice de sexo extramarital se ha mantenido relativamente constante en los últimos 17 años y quizá sea menor a lo que la gente cree”, dijo Labrecque.
Los investigadores buscan ahora determinar si la infidelidad cometida con un amigo cercano afecta más el matrimonio que la infidelidad con un desconocido.
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