“El fin justifica los medios” es una de las frases más conocidas de Nicolás Maquiavelo. Con el objeto de subir y mantenerse en el poder, el filósofo italiano de la Edad Media sugiere que la persona que busca el poder puede hacer uso de cualquier procedimiento político (incluso matar), pero nunca “saquear a su pueblo.”
En este contexto, el ex líder de Ucrania, Víctor Yanukovich, rompió la regla principal (no la más famosa) del léxico de Maquiavelo. Se apoderó arbitrariamente de más de $12 millones de dólares del pueblo y convirtió a Ucrania en un hervidero de la corrupción, el robo, el flagelo social y la impunidad.
Para crédito de Yanukovich, sin embargo, arrancó meritoriamente después de su victoria en las elecciones de 2008. Con el ánimo de convalidar el apoyo de su pueblo, el nuevo presidente buscó e implementó políticas de corte populista. Por una parte, incrementó el salario mínimo y elevó los ingresos de los pensionados, por el otro.
El Fondo Monetario Internacional, que había creado un plan de rescate para poner fin a la crisis económica de 2008-2009, decidió suspender la ayuda a Ucrania, poniendo en serios aprietos al gobierno de Yanukovich.
En 2010, con el afán de mantenerse en el poder, Yanukovich se alió con las cúpulas económicas más poderosas de su país, creando espacios gigantescos para el flujo de influencias dentro de su gobierno.
En consecuencia, los bienes y la riqueza de Ucrania fueron repartidos por la cúpula política y los grupos económicos ucranianos y extranjeros. La población ucraniana fue la víctima directa del pillaje de los aliados de Yanukovich.
Así, en medio de la insatisfacción y la desesperación, algunos sectores progresistas de la sociedad ucraniana, junto con disidentes del gobierno, decidieron movilizarse para poner fin al pillaje y promover el cambio desde las calles.
Lo cierto es que el problema interno de los ucranianos se tornó en una cuestión internacional. Los intereses políticos y económicos de Rusia están intrínsecamente entrelazados en tierras de Ucrania. Yanakovich había favorecido ciegamente al gobierno de Vladimir Putin y había demostrado animosidad a cualquier ayuda proveniente de Europa o de Estados Unidos.
Durante los juegos Olímpicos de invierno de Sochi, Ucrania vivió momentos de gran incertidumbre política. Mientras tanto Rusia organizaba uno de los eventos deportivos más extravagantes de la historia. Putin se controló y no movió ninguna de sus fichas políticas mientras se desarrollaban los juegos. Una vez terminado el evento resolvió invadir Ucrania del mismo modo cómo solían invadir los soldados mercenarios a las ciudades capitalistas incipientes del periodo de Maquiavelo.
Los elementos para un enfrentamiento bélico están presentes en Ucrania. El gobierno de Putin ya ordenó el desplazamiento de sus fuerzas militares en región de Crimea y los militares y las milicias de Ucrania también están listos para defender su soberanía y autodeterminación.
La guerra puede, en este sentido, ser una vía para la resolución del problema. Sin embargo, la diplomacia y el diálogo siempre debe ser el camino más buscado.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com.
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