EFE
El programa Acción Diferida (DACA), anunciado hace cuatro años por el presidente Barack Obama, transformó la vida de miles de jóvenes soñadores, que lograron salir de las sombras y mejorar sus oportunidades educativas y de empleo…
“Ahora me siento libre y puedo caminar sin miedo”, declaró hoy a Efe la colombiana María Angélica Ramírez, quien vivió 13 años indocumentada en Miami hasta acogerse a este beneficio migratorio otorgado a jóvenes llegados a Estados Unidos siendo niños, y a quienes se les concede un estatus temporal, permisos de trabajo y, en algunos estados, licencias de conducir.
Ramírez es una de los 728.000 jóvenes beneficiados con este programa desde que se puso en marcha el 15 de junio de 2012, de un estimado de 1,16 millones, según el Centro para el Progreso Americano, que estarían en condiciones de aplicar a él.
La mayoría de “soñadores”, como se les llama a los beneficiarios de este programa federal, viven en California, Texas, Illinois, Nueva York y Florida, pero existen en los 50 estados del país, donde sus contribuciones tienen un fuerte impacto económico, según un estudio del profesor Tom K. Wong, de la Universidad de California.
Más de dos tercios de los jóvenes que recibieron la protección han conseguido trabajos mejor pagados, con salarios que aumentaron hasta 45 por ciento, algo que estimula el crecimiento económico del país y se traduce en una mayor recaudación impositiva, señala el estudio.
En el caso de Ramírez, DACA le permitió acceder a un mejor trabajo y “apuntar más alto”, dijo, al tiempo que puede estudiar en el centro universitario Miami Dade College (MDC), con una matrícula que le cuesta lo mismo que a los residentes en el estado.
“Mi vida antes fue muy difícil, siempre un paso atrás de mis amigos documentados, que tenían buenos trabajos, auto e iban a la universidad sin tener que pagar el triple por la matrícula”, agregó.
En Chicago, la Universidad Loyola fue la primera del país en aceptar en 2013 a estudiantes “sin papeles” en su escuela de medicina.
Siete “soñadores” figuran entre los 159 estudiantes integrantes de la promoción 2018, escogidos entre los mejores de unas 10.000 solicitudes de aspirantes de todo el país.
Johana Mejías, nacida en Venezuela y criada en Boulder (Colorado), el mexicano Everardo Arias, criado en California, y el brasileño Pablo da Silva, son tres de los futuros médicos que la universidad jesuita seleccionó por su excelencia, sin importar si tenían papeles o no.
La misma expectativa de superación tiene Martín, hijo de uruguayos, que fue traído por sus padres a Chicago a los cuatro años de edad y después de educarse en escuelas públicas y obtener las más altas calificaciones, se encuentra ahora en el proceso de escoger universidad.
“Me gustaría ser arquitecto, aunque es una carrera compleja y cara”, declaró el joven a Efe, quien trata de resolver cómo pagar la matrícula sin tener que endeudarse mucho con los préstamos universitarios.
La solicitud de DACA de Martín todavía se encuentra en trámite, pero apenas sea aprobada y reciba el número de seguro social piensa empezar a trabajar para ayudar a sus padres y costearse en parte los estudios.
En Milwaukee, Wisconsin, Daniel Gutiérrez se encuentra en el último año de la preparatoria, con planes de ir a la universidad para convertirse en un abogado de inmigración.
“Quiero luchar por nuestra gente”, dijo a Efe el joven nacido hace 17 años en México, quien agradece a DACA la oportunidad de “trabajar y seguir adelante con mis estudios”.
Según el Centro para el Progreso Americano, al mejorar los empleos que pueden conseguir, los soñadores pueden pagar y acceder ahora a la educación superior, algo que les resultaba casi imposible antes de recibir DACA.
“Solamente tomaba una clase por semestre, y muchas veces tenía que abandonar porque no podía pagar los 1.200 dólares de la matrícula”, expresó la colombiana Ramírez.
Asimismo, una encuesta de la organización United We Dream indica que dos tercios de los soñadores pueden ayudar a sus familias con el pago de la renta y de los gastos de la casa, y en muchos casos son los únicos que tienen permiso de trabajo en el hogar.
Se espera que el Tribunal Supremo se pronuncie este mes sobre la constitucionalidad de las acciones ejecutivas dictadas por el presidente Barack Obama en materia migratoria -la extensión de la DACA, así como la Acción Diferida para los padres de ciudadanos estadounidenses, conocida como DAPA-, a raíz de una demanda impulsada por los republicanos y que ha sido apelada por el Ejecutivo.
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