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Dama de Noche

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Autor: José G. Yáñez

Con la luz tenue de un farol de la esquina se miraba una damisela, con escote a medio ver daba pasos apresurados para llegar a la cantina y con ritmo sus caderas, movía hasta el amanecer. La oscuridad de la noche era su guarida trasnochando sin importar, la tempestad de los hombres deseosos era preferida por lo bella, cariñosa y por su corta edad.

Muchos años pasaron y ella se embriagaba para olvidar las penas en su lastimada alma no se dio cuenta que el tiempo volaba deseando que sus heridas, se curarían con calma. Últimamente ya no se ha visto en esa esquina esa mujer que se vendía al mejor postor en ese barrio aún se abre una cortina y se asoma una sabadija, siendo su mejor admirador.

En su boca sensual siempre había un cigarrillo y echaba bocanadas de humo con sensualidad escondido en el farol a veces cantaba un grillo y ella también cantaba, triste, fingiendo… felicidad!

Oh, Nave

¡Oh, nave, oh pobre nave:
Pusiste al cielo el rumbo, engaño grave!
¡Y andando por mar seco
Con estrépito horrendo, diste en hueco!
Castiga así la tierra a quien la olvida
Y a quien la vida burla, hunde en la vida:
¡Bien solitario estoy, y bien desnudo,
Pero en tu pecho, oh niño, está mi escudo!

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