En mis tiempos, y yo creo que en todos los tiempos, las maldiciones que más se temen son las de los padres, por lo menos todo hijo ‘bien nacido’ debe sentir preocupación cuando sus padres no lo bendicen y temor cuando sus padres lo maldicen.
De las maldiciones de Dios sabemos poco, a no ser en tiempos antiguos, pero de las maldiciones de los padres sí se siguen contando muchas historias.
Basados en el temor a las maldiciones, muchos trataban de asustarnos con amenazas, de “Pero vas a ver lo que te va a pasar, de mí te vas a acordar, te maldigo” …
Las expresiones “Vete al diablo”, “que te parta un rayo” hasta la conocida “que la boca se te haga chicharrón”… etc. son ejemplos de las muchas maldiciones que había y que hay. Pero para todas ellas teníamos un buen remedio: Nos reíamos y decíamos “Éjele. Maldiciones de perro viejo nunca se alcanzan”
Y lo decíamos con tanta seguridad que, por lo menos yo no recuerdo que alguna maldición de mis amigos o enemigos me haya hecho daño cual ninguno. Mi pregunta es, y va en serio, ¿Si las maldiciones de perros viejos nunca se alcanzan, se alcanzarán las bendiciones de perros viejos… y viejas perras?
Oh, señor, si nomás fuera decir ‘yo te bendigo’ y ya le iba a ir bien a la otra persona…¡qué fácil!
Con tantas bendiciones que andan en Facebook y cadenas enredadas en las redes, ya a todos en el mundo nos estaría yendo ¡pero requeté bien…! Pero no, señor, yo creo que para mandar una bendición se necesita un poco, o un mucho, de fe, un poco de magia y un poco de buena suerte… y otra cosita, como dice la canción. Pero vamos por partes, a lo mejor ni sabemos lo que es bendecir.
Como muchas de nuestras palabras, esta también viene del latín; benedicere, compuesta bene dicere, hablar, decir bien de alguien. Casi como quien dice: recomendar a alguien. Por ejemplo, si Dios te bendice, quiere decir que Dios habla bien de ti, y si Dios habla bien de ti, ¿qué más quieres? ¿Quieres más? Si Dios habla bien de ti, ya no necesitas más, ya está del otro lado, las maldiciones de perros viejos te las puedes pasar por el… arco de triunfo.
Conque Dios te bendiga, conque Dios hable bien de ti, bene dicat de ti, ya. ¿pos quién se te va a poner al brinco, ni los malos ni los buenos………Pero para que Dios hable bien de ti no basta que cualquier pelao o pelada, venga y te diga ‘Dios te bendice’.
Creo que debes de entender que se necesita algo más para que Dios hable bien de ti, para que Dios te bendiga.
Y cuando alguien dice Yo te bendigo… fíjate en el énfasis que ponen en el YOOOO… Bendiciones que enaltecen al que bendice no bendicen… Las bendiciones secretas son más efectivas, ¿maldiciones? Una cosa son amenazas y otra maldición… No temáis ni te mies, acuérdate que maldiciones de perro viejo nunca se alcanzan, como tampoco se alcanza las bendiciones del que te bendice con una mano, mientras con la otra te pone enfrente la charola de la limosna… Sea cual sea la limosna que espere a cambio de bendecirte.
Por allí se lee en la biblia de uno que le robó a su papá la bendición que le tocaba al hijo mayor…. ¡No se vale! Penalty arbitro. ¿O sí vale? Como que no va, pero sí fue.
Que yo sepa nadie ha condenado ese robo, lo cual quiere decir que estamos de acuerdo en que se vale robar bendiciones… Yo todavía lo dudo. Como que algunos rebajan la bendición a un acto de magia, cuando es solo un BIEN DECIR, un desear el bien para la persona que se quiere porque es buena.
Bendecir es lo que los muchachos llamas ‘mandar una buena vibra’. Desear el bien a la persona designada… Para eso no necesitas avisarle a la persona que estás hablando bien de ella, simplemente hazlo. El desear el bien a los demás nos hace buenos a nosotros mismos; No rebajemos el bendecir a fórmulas supersticiosas, mágicas o brujerías. Deseemos el bien a todos, empezando claro, por los seres queridos, pero sin andarlo anunciando, porque se pierde el ‘valor’ de la bendición.
Bene dice, habla bien, de los demás, ben-dice y si no puedes hablar bien, calla, no mal-digas de los demás… al fin que tu maldición de perro viejo nunca se alcanzará.
Salud y Saludos… y a mí si alguien me quiere ben-decir hágalo sin anunciarlo, pa’ qué andas con chocantadas…
¡Ay, sí muy patriarcas, muy ayatolas! Ni los ‘Cadernales’ de San Luis lanzan tantas bendiciones
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