EFE
Asesinatos, fusilamientos, deportaciones y suicidios forman parte de la historia familiar del revolucionario León Trotski que sus descendientes mexicanos intentan ahora reconstruir con ayuda de los parientes que sobrevivieron a la represión en Rusia…
“Mi padre es nieto de León Trotski. Llegó a México antes de que mi bisabuelo fuera asesinado por Ramón Mercader” en 1940, señaló a Efe Patricia Volkow Fernández, bisnieta del líder bolchevique, quien se tuvo que exiliar en México (1936) para huir de la ira estalinista.
La mexicana hizo estas afirmaciones en un hotel moscovita poco después de conocer a Zinaída Vólkova, hermana de su padre, Vsévolod, en un intento de cerrar heridas y reconstruir el árbol genealógico de Trotski (1879-1940).
“¡Es mi tía!”, repetía emocionada junto a Zinaída esta médico de profesión que no dudó en cruzar el Atlántico para reunirse con una de las pocas supervivientes de la saga familiar que aún permanece en este país.
Los Volkow mexicanos han mantenido viva la llama del recuerdo de Trotski, tanto que las cuatro hijas de Vsévolod vivieron de niñas en la casa donde el fundador del Ejército Rojo fue brutalmente asesinado.
“Miles de personas sufrieron la represión política en la URSS. Pero la familia de mi padre es de las más golpeadas (…) y de manera muy cruel”, subrayó.
La peripecia vital de su padre, de 90 años, y de su tía, que tiene ahora 81, son un testimonio de la ignominia estalinista y de la fuerza inquebrantable de los lazos familiares.
Vsévolod abandonó Moscú con menos de cuatro años en compañía de su madre, Zinaída -uno de los cuatro hijos de Trotski de dos mujeres diferentes-, con destino a Berlín, donde debía reunirse con su hermana.
No obstante, la hermana muere de tuberculosis y Zinaída “se quita la vida, aunque esto no está muy claro”, de forma que es enviado a París, donde queda a cargo de su tío Lev.
Pero muy pronto se vuelve a quedar otra vez solo, ya que Lev muere en extrañas circunstancias, por lo que, en cuanto Trotski recibe asilo político en México, se reúne con su abuelo, que moriría un año y medio después.
Casi medio siglo más tarde, aprovechando la apertura de la Perestroika (reestructuración), Vsévolod decide viajar a Moscú para ver a su hermana, Alexandra, pero ésta fallece tres meses después, sin que éste sepa que aún tiene otra hermana.
El caso es que él creyó que su padre, Platón Vólkov, había muerto en 1928, cuando fue detenido, pero la realidad es que vivió siete años más y poco antes de morir tuvo otra hija, Zinaída (1935).
“Yo no sabía nada de mis padres. Sólo me dijeron que habían muerto. Y en 1956 cuando empezó la rehabilitación de los represaliados mi tía me contó que mi padre era yerno de Trotski”, relató ella a Efe.
Zinaída, a la que le advirtieron que no se lo contara nunca a nadie, fue educada por su tía, ya que su madre “fue fusilada en (las purgas estalinistas de) 1937”.
“Y nunca supe nada más de mi familia. Sólo que Zinaída, la hija de Trotski, se suicidó junto a un niño pequeño. Por eso, nunca supe que tenía un hermano”, señala.
Asegura que no sintió miedo, aunque “era una época muy difícil”, intentó informarse sobre la figura de Trotski y cuando tuvo la oportunidad de leer su diario entendió que el revolucionario “se replanteó muchas de sus ideas durante su exilio en México”.
“En la vida hay de todo, no puede ser todo bueno. Su diario dice que quería mucho a su familia y a Rusia”, destaca.
Sólo se atrevió a desvelar su parentesco cuando el diario “Moskovskie Novosti” publicó por primera vez en 1989 una historia sobre Trotski en el 50 aniversario del asesinato, tras lo que se personó en la redacción y escribió un artículo sobre su vida.
Poco después, ya en los años 90, Zinaída y Vsévolod se pusieron por fin en contacto, pero para Patricia Volkow no era suficiente, ya que asegura que su padre “jamás habla de su historia” y no les dejó que estudiaran en Rusia ni que se afiliaran al Partido Trostkista.
“En esta familia se derramó demasiada sangre. Ya no hay más que derramar”, le dijo, pero ahora, en cambio, “está emocionado”.
Por ello, la bisnieta de Trotski no pierde la esperanza que su padre viaje este año a Moscú para reunirse con Zinaída.
“La visita me ha dado mucho más de lo que esperaba. Trotski nos marcó a todas nosotras. Alguien que luchó toda la vida por mejorar las condiciones de la gente. Nos enseñó el sentido de la verdad”, señala.
Mientras, su octogenaria tía, que no tiene descendencia, ya no se siente sola: “He encontrado una familia”.
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