La economía latinoamericana se está transfigurando desde México hasta Tierra del Fuego. Esa transfiguración no es unísona; es decir, no todos los países van por el mismo camino de desarrollo.
Mientras unos prefieren tomar la vía del neoliberalismo, otros son más recatados y prefieren el moderado. Mientras unos optan por el camino del estatismo moderado, otros deciden por un estatismo incontrolado y autoritario.
De estos cuatro modelos, los que caminan por el sendero moderado han logrado mejoras para su sociedad y han posibilitado mayor estabilidad política.
¿Cuál de estos dos modelos es más eficiente a la hora de crear desarrollo económico y estabilidad política? Veamos el caso boliviano y colombiano.
Después de un agitado periodo de inestabilidad durante gran parte de la década de 1990, el gobierno boliviano de Evo Morales optó el tutelaje del Estado en las políticas macroeconómicas, aunque sin dejar de alimentar las bases del sector privado.
Colombia, por su parte, con el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) y la Administración actual del presidente Juan Manuel Santos se inclinaron a fortalecer la iniciativa privada, sin abandonar la dirección del Estado.
Tanto Bolivia como Colombia lograron un crecimiento sostenido destacable en comparación con los demás países latinoamericanos desde el 2000 hasta el 2014.
De acuerdo al Banco Mundial, el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia tuvo un desempeño negativo de -4.2 en 1999. Bolivia, por su cuenta, mostró un crecimiento de 0.4 en el mismo año.
En la década de 2000, la economía de estos dos países mejoró ostensiblemente. Entre los años de 2000 y 2005, la economía boliviana creció en un promedio de 3.1, mientras que la colombiana 3.6.
Entre los años 2006 y 2010 se produjo un acelere anual de un promedio de 4.6 en la economía de los dos países, muy por encima de la media de los anteriores cinco años. Además, el promedio de 2011 y 2014 fue 5.7 para Bolivia y 5.0 para Colombia.
A diferencia de Bolivia, la situación política en Colombia es más estable, especialmente después de la entrega de las armas de las FARC. De hecho, el sucesor del Presidente Santos probablemente mantendrá el mismo modelo económico o, por lo menos, no optará por cambios radicales de derecha o izquierda.
Sin embargo, el modelo económico boliviano pareciera que entró en problemas por la incertidumbre política a futuro. El hecho de que Morales se obstina con mantenerse en el poder crea problemas. Además, la oposición boliviana es más reacia y más proclive al cambio radical.
En tal sentido, el modelo colombiano da más posibilidades de desarrollo económico sostenido y estabilidad política sería la persona adecuada para sacarnos de este atolladero.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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