BBC Mundo
Estados Unidos envía a prisión a una proporción más alta de ciudadanos que cualquier otro país del mundo. Y Luisiana es el estado que más presidiarios tiene en todo el país…
Se calcula que 14 de cada 1.000 adultos en ese estado está en prisión.
Y por casi 23 años, Robert Jones fue uno de ellos.
Fue encarcelado en los años 90 por matar a una turista británica en Nueva Orleans. Era un crimen por el que otro hombre ya había sido condenado, pero Jones de cualquier forma fue sometido a juicio.
El juez que sentenció al entonces joven padre de familia ahora asegura que el color de su piel selló su destino.
Ahora, si bien está fuera de prisión, Robert Jones no disfruta de una libertad completa.
El crimen
En abril de 1992, los británicos Julie Stott y su novio, Peter Ellis, estaban de vacaciones en Nueva Orleans. Una noche, caminaban por el histórico Barrio Francés de regreso a su hotel, cuando de pronto un hombre saltó de las sombras y les apuntó con un arma.
Les gritó que se tiraran al suelo y segundos después comenzó a disparar. Peter logró esconderse detrás de un coche. Pero Julie recibió un tiro en la cabeza y murió.
El atacante huyó en un auto.
El asesinato de una turista fue una noticia enorme en el país.
“En esa época hubo una serie de crímenes en otras ciudades del país, como Miami, donde los turistas estaban siendo el objetivo”, le dijo a la BBC James Stewart, el detective encargado de investigar la muerte de Julie Stott.
“En cuanto oí que se trataba del asesinato de una turista, supe que habría un bombardeo de los medios y mucha presión para encontrar al responsable”.
Ellis no pudo dar una descripción detallada del atacante. Las pistas con que Stewart contaba eran las balas usadas por el atacante y descripciones de testigos del auto en que había huido, uno de color rojo oscuro con techo blanco.
Entre las cientos de llamadas que recibió la policía, los investigadores decidieron explorar una de ellas.
“La persona que llamó identificó a ciertos sujetos. Dijo que habían estado en un bar hablando sobre el asesinato y dando detalles que le hicieron sospechar que estaban involucrados”, dice el exdetective.
Uno de los identificados era Robert Jones, de 19 años, que ya había tenido encuentros con la justicia por venta de drogas pero nunca había sido condenado por algún delito.
Después una mujer que había sido víctima de un robo y violación una semana antes del asesinato de Julie Stott, identificó, en una serie de fotografías que le mostró la policía, a Robert Jones como el hombre que la había atacado.
Jones fue detenido. El hecho volvió a ser motivo de grandes titulares en los medios que lo mostraban con las manos esposadas en la espalda, sin camisa, acusado del asesinato de Julie Stott.
Otro sospechoso
Pero el detective James Stewart no estaba tranquilo.
Y sus dudas fueron justificadas cuando seis días después de la muerte de Julie Stott, otra joven pareja que caminaba por Nueva Orleans fue atacada por un hombre armado.
Les robó y huyó en un auto color rojo oscuro con techo blanco.
Los detectives siguieron investigando y encontraron el auto. Descubrieron que el dueño del vehículo llevaba un anillo, reloj y otras joyas que coincidían con las descripciones de artículos robados durante la serie de asaltos en la ciudad.
El sujeto, Lester Jones (que no tenía relación familiar con Robert Jones), fue detenido y arrestado.
Los robos a mano armada de esa época en Nueva Orleans terminaron.
En el auto de Lester Jones se encontraron artículos robados durante la serie de robos que había cometido junto con el arma que había usado para matar a Julie Stott.
En 1994, Lester Jones fue condenado por el asesinato y sentenciado a cadena perpetua.
Pero Robert Jones no fue liberado.
E increiblemente, en marzo de 1996, Jones también fue condenado a cadena perpetua por algunos de los mismos crímenes que Lester Jones, incluido el asesinato de Julie Stoot.
Durante su juicio nadie mencionó que otro individuo ya había sido condenado por los mismos delitos.
La fiscalía insistió en que ambos eran amigos, a pesar de que nunca se encontró ninguna prueba que los vinculara.
El detective James Stewart sólo se enteró de que dos hombres habían sido condenados por el mismo delito en 2013.
Desde la prisión, Robert Jones le contó a la BBC: “Cuando el jurado regresó y dijo ‘culpable’, sentí que me moría. Fue un momento de total desesperación para mi. Quedé totalmente pulverizado internamente”.
“No puedo describir con palabras ese momento”, agrega.
“Es como estar teniendo una pesadilla que ha durado más de 23 años y todavía estoy esperando que alguien me despierte”, dice.
Jones fue enviado a la Penitenciaría Estatal de Luisiana, donde más del 75% de los presidiarios son negros y los guardias son predominantemente blancos.
Condena “equivocada”
¿Fue su raza un factor determinante en la condena de Robert Jones? Una figura clave en el caso cree ahora que sí.
“El hecho de que haya sido condenado equivocadamente y que estuviera en la cárcel por algo que supuestamente no cometió es algo que pesa duramente sobre mi”, dice el juez Calvin Johnson, quien presidió el juicio de Jones en 1996.
“Pero tenemos una oficina de la fiscalía que no se mostró dispuesta a ofrecer información que ayudara a los acusados. Estuvo tomándose la verdad a la ligera y fue negligente en varios casos y lo hicieron consistentemente. Eso fue lo que ocurrio con Robert Jones”, dice el juez.
Y el magistrado, que también es afroestadounidense, afirma que el sistema ha trabajado para colocar en prisión el mayor número de jóvenes negros durante el más largo tiempo posible.
“El caso de Robert Jones no tenía nada de extraordinario en esa época. Es decir, esa fue la forma como funcionó esta ciudad durante décadas”, afirma.
Los dos abogados de la fiscalía involucrados en el caso de Robert Jones se negaron a ser entrevistados por la BBC.
El primero es Roger Jordan, ahora abogado defensor. En 2005, en un dictamen fuera de lo común, la Corte Suprema de Luisiana le prohibió practicar abogacía por tres meses por haber retenido pruebas en otro caso.
El segundo es Fred Menner, quien argumentó el caso de Jones en la corte y sigue siendo fiscal. Tampoco quiso hablar con la BBC.
Pero en septiembre pasado, un memorándum que Menner escribió en 1996 finalmente fue hecho público. En éste reconoce que no había evidencia admisible contra Robert Jones en el caso de Julie Stott.
Casi libre
En junio de este año, la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó que el juicio de Robert Jones no fue justo y el 20 de noviembre pasado, 23 años y siete meses después de haber sido arrestado, finalmente salió de prisión.
“Fue maravilloso”, le dijo Jones a la BBC. “La carga de todo este peso de haber sido encarcelado fue retirada y fue como si estuviera a punto de volar”.
Durante años Jones ha estado luchando por limpiar su nombre. En prisión estudió leyes y se convirtió en asesor legal de otros presidiarios.
También solicitó que se llevaran a cabo pruebas de ADN pero las muestras forenses de su caso desaparecieron y no hay nada qué analizar.
Todavía está siendo vigilado, tiene que cumplir un toque de queda y el actual fiscal de distrito insiste en que debe ser sometido a otro juicio.
Pero Jones insiste en que seguirá luchando. Y lo hará, dice, por sus compañeros de prisión, principalmente por los que nunca lograron salir.
“Esto es algo que me da la resistencia para luchar. No es sólo por mi sino por muchos de ellos también. Porque sé que muchos de ellos en realidad eran inocentes y murieron en prisión”.
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