Pimpim era un chimpancé muy peculiar, pues le apasionaba la playa y el mar. Se pasaba los días enteros allí, divirtiéndose tomando el sol y dándose chapuzones.
Entre otras cosas lo que más le encantaba era tirarse clavados desde una roca muy alta. ¡Y vaya que lo hacía muy bien, tenía un gran estilo!
Pero por ese estilo de vida, todos, desde sus hermanos y amigos hasta su padre le llamaban vago, porque no tenía trabajo, pero esas críticas a él le tenían sin cuidado.
-Si algún día encuentro un trabajo que tenga algo que ver con el mar, ¡ya verán cómo no soy un vago! -Les respondía.
En cierta ocasión, mientras tomaba el sol, se percató que una pequeña embarcación se estaba hundiendo cerca de la orilla. Sin la más mínima vacilación se lanzó al agua y salvó de perecer ahogados a un osito y a un castor que estaban de vacaciones y habían salido a dar un paseo marítimo.
Desde ese día, Pimpim fue nombrado guardacostas de la región, y ya nadie pudo llamarle vago. Es más, les puedo asegurar que a partir de aquel incidente, el simpático chimpancé trabajaba con enorme entusiasmo.
Amigo, siempre que te sea posible, conviene que trabajes en algo que te guste realmente. Si no, serás muy desdichado.
Moraleja: Trabajar es una satisfacción, y si te gusta tu trabajo, lo harás con mucha dedicación!!
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