Un hambriento lobo caminaba por el bosque en busca de alimento. En eso, vio junto al arroyo a un cordero que bebía agua fresca y se sintió muy aliviado de haber encontrado tan delicioso bocado.
Un hambriento lobo caminaba por el bosque en busca de alimento. En eso, vio junto al arroyo a un cordero que bebía agua fresca y se sintió muy aliviado de haber encontrado tan delicioso bocado.
Hacia mucho tiempo que no tenía una ocasión tan buena.
Se preparaba para saltarle encima, pero un pensamiento lo hizo dudar..:
– ¿Qué pasaría si alguien me viera atacar a un ser tan débil e indefenso como un corderito, ¿qué dirían de mí? – se dijo el lobo-. Mi reputación quedaría manchada para siempre. Es necesario que encuentre una buena razón para comérmelo.
Subió unos metros por el arroyo, se instaló para que el cordero pudiera verlo y se puso a beber. Luego, fingiendo haberse enojado, repentinamente gritó:
-¡Eh, tú, allá abajo!, ¿por qué ensucias el agua que bebo? ¿ Acaso nadie te ha enseñado buenos modales?
– Lo siento mucho, señor Lobo – dijo en voz dulce el cordero-, pero no sé como puedo ensuciar el agua que usted bebe. Estoy más abajo que usted y el agua que toco corre hacia abajo y no hacia arriba.
Tal respuesta enmudeció al lobo, pero después de unos segundo prosiguió, con otra excusa para poner al pobre animalito en falta:
– Me dijeron que hace seis meses has hablado mal de mí y eso no me gusta. Eres un mentiroso y yo sé cómo castigar a la gente como tú.
Pero el lobo había elegido mal otra vez su pretexto.
– Es imposible- respondió el cordero con calma-. No pude haber hablado mal de usted hace seis meses porque en aquella época todavía no había nacido.
El lobo ya se impacientaba: – Pues bien – respondió furioso el animal-. Si no fuiste tú, entonces fue tu hermano. Y diciendo esto, dio un enorme salto sobre el cordero y lo devoró.
Moraleja: Ante el peligro te debes alejar porque de lo contrario lo vas a lamentar!
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