El País
Manuel Ansede
Un documental narra la lucha de Oriol Mitjà contra una bacteria que borra los rostros…
Cuando el joven médico español Oriol Mitjà aterrizó en la isla de Lihir, en medio del océano Pacífico, en Papúa Nueva Guinea, se topó con un paraíso paradójico. Allí se halla el cráter Luise, un volcán extinto que guarda uno de los mayores depósitos de oro del mundo. De sus entrañas han salido 280.000 kilogramos de oro en los últimos 15 años, pero la mayoría de los 18.000 habitantes de la isla, negros con el pelo rubio, viven en la miseria. Mitjà llegó en 2010 para realizar una suplencia de un mes en el Centro Médico de Lihir y se encontró con enfermedades medievales, incluyendo una de la que no había oído hablar nunca: el pian, provocado por una bacteria que borra los rostros y deforma las piernas.
Afecta a 500.000 personas, sobre todo niños, en 13 países de África, el sudeste asiático y el Pacífico occidental. Mitjà, que entonces tenía 29 años, decidió quedarse y buscar una estrategia para luchar contra esta enfermedad olvidada. Y la encontró. Bastaba una sola pastilla de un antibiótico barato, la azitromizina, que en los países ricos se emplea contra la otitis y la bronquitis. Con la idea de Mitjà, la Organización Mundial de la Salud ha lanzado una campaña para erradicar el pian de la faz de la Tierra en 2020. Si tiene éxito, puede ser la segunda enfermedad humana erradicada, tras la viruela. Las úlceras del pian afectan a 500.000 personas, sobre todo niños, en 13 países del mundo El documental Donde acaban los caminos, dirigido por Noemí Cuní y presentado hoy en Barcelona, narra la inspiradora historia de Oriol Mitjà, investigador del Instituto de Salud Global. El título de la película es una frase habitual de los médicos que se han enfrentado a la enfermedad. El pian aparece donde terminan las carreteras y comienza la pobreza extrema de las zonas más remotas del planeta, sin agua, sin luz y sin jabón. El caso de la isla de Lihir es más sangrante, al esconder un tesoro, explotado por la minera australiana Newcrest. “La empresa tiene a los locales trabajando a poco coste. El Gobierno de Papúa Nueva Guinea se queda un porcentaje, la minera se lleva el oro y los locales no ven nada”, lamenta Mitjà. Sin embargo, Newcrest es una de las pocas organizaciones que ha financiado las investigaciones del médico español. En 2012, Mitjà publicó en la revista The Lancet los resultados de su primer ensayo clínico en Lihir, con 250 niños. A los seis meses de tomar una sola pastilla de azitromizina, el 96% de los chicos estaban curados. Él mismo había comprado los medicamentos. El médico pidió entonces dinero para llevar a cabo una campaña de tratamiento masivo en la isla, para averiguar si podría ser una estrategia adecuada para erradicar la enfermedad en el mundo. Solicitó ayudas al Ministerio de Economía español, al Gobierno australiano, a la Comisión Europea y al Wellcome Trust británico. No consiguió ninguna. La minera Newcrest sí pone 25.000 euros al año, calderilla comparada con las 700.000 onzas de oro que extrae de Lihir al año. Y el plan de Mitjà está obteniendo resultados “espectaculares”, según la OMS. La OMS se ha propuesto erradicar el pian en 2020, con el plan ideado por Oriol Mitjà El protagonista de Donde acaban los caminos es ahora asesor técnico de la campaña de erradicación del pian lanzada por la OMS. Es optimista con la fecha de 2020, pero reconoce los obstáculos en el propio documental, realizado con la colaboración de Obra Social “la Caixa”. El principal escollo es el de siempre: el dinero. Implementar el plan costará unos 300 millones de euros, difíciles de encontrar en países en los que la enfermedad es endémica, como Costa de Marfil, República Democrática del Congo y Timor Oriental. Además, la farmacéutica Pfizer, que tuvo un beneficio neto de 7.745 millones de dólares en 2015, ha rechazado hacer una donación de azitromizina contra el pian, según señala Mitjà. La multinacional estadounidense sí ha donado 500 millones de tratamientos con este antibiótico para la campaña internacional contra el tracoma, otra enfermedad causada por una bacteria que ha dejado ciegas a más de un millón de personas en el planeta. “Cuando veo a un grupo de niños jugando, felices, saltando y corriendo, cuando solo unos meses antes estaban sufriendo el pian, llenos de úlceras, me siento muy satisfecho. Es lo que da sentido a mi vida y me hace seguir trabajando”, proclama en Donde acaban los caminos el joven médico que puede erradicar la segunda enfermedad humana del planeta.
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