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El Milagro de Rudolph, el reno de la nariz Roja

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Una pregunta muy simple de una niña fue la inspiración para escribir un libro que se convertiría en un regalo valioso en Navidad

  Corría el primer tercio del siglo XX, cuando una congelante  noche de diciembre en Chicago, una pequeña niña saltó al regazo de su papá y le hizo una pregunta… Una pregunta muy simple, con su curiosidad de niña, pero que tuvo gran efecto en el corazón de Robert May, su padre.

-Papá- dijo la pequeña Bárbara de 4 años – ¿Por qué mi mamá no puede ser como las otras mamás?-
  Evelyn, mamá de la pequeña, se encontraba muy enferma de cáncer, los 3 vivían en un pequeño departamento de dos cuartos y casi todo el dinero que Bob ganaba lo usaba para medicamentos y tratamientos de Evelyn, que yacía acostada en un pequeño sofá.

  La tristeza de Bob al escuchar la pregunta de su hija era muy grande, las vidas de los adultos suelen ser complicadas y se complican aún más con la inocencia de los niños, entonces, buscando una respuesta que quitara esa carga de su pequeña hija comenzó a inventar una historia tratando de responder.

  Bob sabía el significado de “diferente”, desde niño había sido muy delicado y enfermizo, los niños siempre se burlaban de él.

  De adulto tampoco fue muy feliz, tenía un trabajo mediocre, su esposa estaba enferma y los dos años que había durado su estado crítico lo habían dejado deprimido, triste y con muchas deudas.

   Aunque no lo supo en ese momento, Bob dio a su hija la respuesta que traería un milagro a su vida. Esa noche fría, Bob abrazó a su hija y comenzó a contarle un cuento. Cuento que poco a poco fue hilando, lo fue construyendo, como artesano que teje una cobija o arquitecto que construye un edificio.

 “Hace mucho tiempo, -empezó diciéndole a la pe-queña- había un reno llamado Rudolph (Rudolf), el único reno en el mundo que tenía una gran, gran nariz, pero era roja. Naturalmente la gente le llamaba “Rodolfo, el reno de la nariz roja”.

  Rodolfo estaba terriblemente avergonzado por su enorme nariz tan peculiar, los otros renos se burlaban de él, su padre, su madre y su hermana también sentían pena por la desdicha de Rudolph.   Una noche en víspera de Navidad, Santa Claus estaba preparando su trineo, alistando a todos sus renos, Dasher, Prancer, Vixen y los otros para dar la vuelta alrededor del mundo, llevando regalos a los niños.

  Pero de pronto una terrible tormenta se desató y la neblina cubrió toda la tierra, evitando que los renos pudieran remontar el vuelo y Santa sabía que con tanta niebla no podría encontrar una sola chimenea.

  De pronto, Rudolph apareció para ver qué sucedía, su gran nariz brillaba como nunca. Santa sintió que esa era la respuesta a su problema, así que llamó a Rudolph y lo colocó al frente del trineo, adelante de todos los demás renos, como líder. Esa terrible noche ni la lluvia, los truenos, la nieve o la niebla pudieron detener a Rudolph que con su gran nariz roja iluminó el camino.

 Y así fue como Rudolph se convirtió en el reno más querido y admirado de todos. Esa gran nariz que un día lo hizo sentir tan mal, hoy era la envidia de todos en el mundo de los renos… Santa Claus les dijo a todos los renos que Rudolph había sido el héroe y desde ese día Rudolph pudo vivir sereno y feliz”

  La pequeña Bárbara sonrió contenta cuando su papá terminó la historia y cada noche desde esa vez, le pedía a su papá que le contara la historia de Rudolph, como un arrullo para poder dormir. Se aproximaba Navidad y Bob estaba en las “últimas”, así que aprovechando que a su hija le gustaba tanto aquel cuento, decidió escribirlo como un poema y le puso algunos dibujos muy simples, luego lo adornó como si fuera un libro, para dárselo como regalo a su hija.

  Noche tras noche Bob trabajó en los versos porque quería que su hija tuviera un regalo valioso, lo poco que él pudiera hacer no era suficiente, ya que no tenía dinero para comprarle nada.

  Una noche, mientras Bob daba los toques finales al poema de Rudolph, su esposa Evelyn se puso más grave e irremediablemente murió. Bob, más triste que nunca y con todas las esperanzas rotas, se hizo fuerte para no caer frente a Bárbara, apoyándose en esa idea se sentó en su departamento y volvió a trabajar en el libro de Rudolph con lágrimas en los ojos.

  Cuando Bárbara lo recibió se emocionó tanto que lloró de alegría sosteniendo con gusto el hermoso regalo que su padre le había hecho con sus propias manos, ¡su regalo de Navidad!

  Ese año Bob fue invitado a la celebración de Navidad de los empleados, él no tenía ánimos para ir, se sentía deprimido y más solo que nunca, pero sus jefes le insistieron. Cuando Bob aceptó, llevó con él su poema de Rudolph y cuando estaba decayendo el ánimo de la fiesta, Bob, sin saber por qué, pidió permiso y empezó a leer su poema a los invitados.  Al principio la muchedumbre ruidosa lo escuchó entre risas y comentarios, pero poco a poco fueron callando y al final rompieron en un aplauso espontáneo… Eso fue en 1938.

   Por la Navidad de 1947, cerca de 6 millones de copias del libro habían sido regaladas o vendidas, haciendo de Rudolph uno de los libros más distribuidos en el mundo. La demanda se incrementó en muchos sentidos, cada día más productos nuevos con la imagen de Rudolph eran vendidos y la gente solicitaba aún más. Los historiadores predijeron que Rudolph tendría un lugar especial en las leyendas de Navidad… Y así fue!

  A través de todos los años de infelicidad y amargura y la muerte trágica de su esposa, Robert May, “Bob” finalmente consiguió la calma, recordando siempre con agradecimiento la noche en que su pequeña de 4 años le hizo una pregunta que lo llevó a un milagro: “El milagro de Rudolph, el reno de la nariz roja!!!
 Y Créalo o No… Así Fue!!

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