En el misterioso silencio del desierto de Mojave California se encuentra el enigmático Valle de la Muerte, un lugar que por décadas logró intrigar a científicos debido a sus rocas “viajeras” o “reptantes”, que se mueven dejando en la tierra surcos de unos pocos centímetros de profundidad, en un principio se pensó que su desplazamiento se atribuían a poderosos campos de energía, al magnetismo de la Tierra o incluso a la intervención de OVNIS. Pero, tras años de investigaciones hoy este enigma tiene una respuesta que apaciguó la curiosidad de muchos.
Misterio resuelto
Estas piedras -algunas de las cuales pueden llegar a pesar más de 300 kg- se encuentran en Racetrack Playa, un lago seco, plano y rodeado de montañas, que en algunas épocas del año se llena de agua de lluvia que se evapora rápido.
Pese a que los investigadores llevan desde finales de los años 40 estudiándolas, hasta ahora nunca nadie las había visto moverse.
Finalmente el pasado diciembre Richard Norris, de la Institución Oceanográfica Scripps de Universidad de California-San Diego (UCSD, por sus siglas en inglés), y su primo, el también investigador James Norris, pudieron presenciar en directo y captar imágenes del fenómeno que provoca que las piedras se muevan, del que ya se conocían sus elementos pero que no había sido visto en desarrollo. Según explican en un estudio publicado en la edición digital de la revista PLOS ONE, todo empieza cuando la lluvia produce una capa de agua sobre el terreno seco de Racetrack Playa, creando un lago superficial.
Durante la noche esa agua se congela, formando una capa de hielo de entre 3 y 6 milímetros en la que quedan atrapadas las bases de las rocas.
Cuando sale el sol, el hielo empieza a resquebrajarse creando grandes placas de varios metros de longitud que se desplazan a consecuencia del viento que reina en la zona sobre la película acuosa que se forma entre el hielo y el barro del terreno.
De esta manera, las rocas se mueven sobre el barro impulsadas por las propias placas de hielo a una velocidad de entre 2 y 5 metros por minuto formando los famosos surcos.
Las trayectorias que siguen las piedras dependen de la velocidad y dirección del viento y del agua que se encuentra bajo el hielo.
Según Richard Norris, cuyo equipo de investigadores había instalado localizadores GPS en 15 rocas de Racetrack Playa en 2011 así como una sofisticada estación meteorológica, este fenómeno no ocurre de forma habitual, ya que en el Valle de la Muerte prácticamente no llueve y las temperaturas medias son elevadas.
Así para que pueda suceder, debe llover, la temperatura bajar hasta los 0ºC antes de que el agua se evapore y el sol tiene que salir para que el hielo se derrita.
Finalmente, el viento debe soplar con suficiente fuerza en la zona como para que las placas de hielo se muevan y desplacen las rocas.
En la época en la que Richard Norris y James Norris presenciaron el movimiento de las piedras a fines de 2013, llovió abundantemente en la zona e incluso nevó.
Hace unos meses Ralph Lorenz, investigador del Laboratorio de Física Aplicada la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, y uno de los autores del estudio explicó a BBC Mundo por qué hasta ahora había sido tan difícil captar el movimiento de las rocas. Según Lorenz, Racetrack Playa es “un área muy remota a la que es muy difícil llegar y que está protegida, por lo que no se puede acampar y hay muchas restricciones sobre los equipos que se puede llevar”.
Además, según apuntó, “la mayoría de los movimientos suceden en condiciones de frío, lluvia y viento, lo que dificulta que sean captados”.
A ello hay que añadir que pueden pasar años hasta que se den las condiciones meteorológicas adecuadas para que las rocas viajeras se pongan en movimiento… y es así que esta incógnita de las rocas viajeras del Valle de la Muerte, se logró resolver, dejando de ser uno de los enigmas y misterios que en el mundo existen.
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