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El Molinito de Ingá

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Desafiando al tiempo y el clima, en los desiertos de Paraiba, Brasil, se encuentra uno de los mayores enigmas arqueológicos del muno… Una Roca de enormes dimensiones que está cubierta de inscripciones y jeroglíficos

  En las cercanías de João Pessoa, capital de Paraíba, Brasil, está situada la población de Ingá. A cinco millas de allí, en medio de un paisaje árido y rocoso, a orillas de un río seco, yace sobre una amplia plataforma pétrea un monolito que contiene alrededor de 500 enigmáticas inscripciones.

  De forma rectangular, mide cerca de 70 pies de largo y entre 9 y 12 pies de ancho. Las inscripciones están sobre su cara norte y abarcan una superficie de 54 pies de longitud y 6 pies de altura. Durante décadas, su origen y significado han sido objeto de múltiples especulaciones.

INSCRIPCIONES IMPOSIBLES

  Esta escritura fue labrada sobre roca granítica, formando profundos y pulidos surcos de más de 3 pulgadas de ancho. A la vista de esta característica, los expertos aseguran que fue necesario emplear herramientas de metal para horadar hasta 1 pulg. de profundidad la piedra. Sin embargo, se asegura que los antiguos habitantes de Brasil desconocían los metales. En este sentido, la arqueóloga Maly Trevas ha sugerido que las inscripciones fueron realizadas presionando pacientemente un bastón de madera untado en arena contra la roca. Sea como fuere, los obreros de Ingá realizaron figuras de complejidad inusual; espirales, surcos paralelos, curvos u ondulados; además, sólo podían ejercer su trabajo en épocas de sequía, pues, con la llegada de las lluvias, el monolito quedaba sumergido bajo las aguas del río. Por tanto, la técnica que apunta la arqueóloga implica un esfuerzo desmedido durante años, quizá unos ochenta o cien. Pero todo podría estar justificado si, como cree la Maly, el monolito es una especie de importante santuario dedicado al culto a las aguas.

CALENDARIO CÓSMICO

  A principios de los años 70’s, el ingeniero José Benicio de Medeiros explicó cómo en 1962 había descubierto que las catorce inscripciones grabadas en la piedra de Ingá se correspondían con las estrellas de la constelación de Orión y los planetas Marte, Júpiter y Saturno.

  Calculando la precisión de los equinoccios y tras constatar la posición de las estrellas dibujadas en Ingá, el especialista llegó a la conclusión de que el monolito podía tener unos 6,000 años de antigüedad. Ello significaría que las inscripciones de Paraíba serían 1,000 años anteriores al complejo megalítico de Stonehenge y, tal vez, unos 2,000 años a la construcción de las pirámides egipcias.

   En 1989, Gilvan de Brito, otro estudioso del monolito, publicó el libro Viaje a lo desconocido; los secretos de la Piedra de Ingá, donde aportaba una nueva teoría para explicar el significado de los misteriosos signos. Comparados con los de los hititas, fenicios y etruscos, de arriba a abajo, hay detalles de las inscripciones que cubren el monolito y que han sido interpretadas como símbolos cosmológicos de origen hitita, tolteca, de la isla de Pascual, judío e, incluso, extraterrestre, operaciones matemáticas en función de los 114 círculos tallados en la piedra, de Brito obtuvo el número exacto de días que componen un año bisiesto solar, los días del año lunar, la distancia de la Tierra a la Luna, su diámetro y hasta el número Pi.

¿TELESCOPIOS MILENARIOS?

  A principios de los años 80’s, el investigador italo-brasileño Gabriele D’Annunzio Baraldi llegó a la conclusión de que las inscripciones halladas en el monolito de Ingá eran de origen hitita.

 D’Annunzio cree que sus artífices fueron supervivientes de un gran cataclismo que hundió el continente de la Atlántida y que se refugiaron en Brasil. «Sólo más tarde se trasladaron a la planicie de Anatolia -argumenta-, pero antes laboraron el monolito en cuyas inscripciones he adivinado, gracias a un proceso comparativo entre la fonética de la escritura hitita y la de los indios tupis de Brasil, un idioma semejante al hitita arcaico».

DE LA ISLA DE PASCUA A INDIA

  En 1944, la revista del Archivo Municipal de São Paulo publicó un artículo del arqueólogo Balduino Lélis, quien indica, estar convencido de la procedencia de Mesoamérica, muy posiblemente tolteca, de los jeroglíficos. «Encontramos en el monolito la representación de una gran mazorca de maíz, el alimento sagrado de mayas, aztecas y todos los pueblos de la antigua Mesoamérica. También hay falos, comunes en la iconografía tolteca», explica en su artículo Lélis…

 Pero sobre este monolito sigue habiendo más  preguntas que respuestas, por ejemplo ¿cómo llegó esa enorme roca a una zona semidesértica? ¿Quiénes y con qué herramientas hicieron esos profundos surcos en algo tan duro como el granito? ¿Qué significan esas inscripciones?… Y si bien hay algunas teorías, que hemos expuesto, en realidad El Monolito de Ingá sigue siendo uno de los muchos Enigmas y Misterios de la humanidad!

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