El papa visitó hoy por sorpresa las localidades del centro de Italia que el pasado 24 de agosto sufrieron daños por el terremoto que causó 297 muertos y allí rezó con los damnificados y confortó a niños y ancianos.
Francisco ya advirtió el pasado domingo, en el vuelo en el que regresaba de Azerbaiyán, que quería realizar esta visita “privadamente” y “solo”, “como sacerdote, obispo y papa” para estar así más cerca de la gente.
Por sorpresa, en el día de San Francisco, su onomástico y también patrón de Italia, Jorge Bergoglio se subió esta mañana a su vehículo utilitario sólo en compañía de algunos gendarmes y los medios de comunicación vaticanos, y llegó a Amatrice a las 9:10 (7:10 GMT).
“Desde el primer momento, sentí la necesidad de estar aquí. De mostrar mi cercanía y de rezar por vosotros. Esto es lo que os traigo”, dijo el papa momentos después de llegar a Amatrice, donde pidió rezar un Padre Nuestro con las personas que le esperaban.
“No he venido antes porque no quería molestar”, reconoció el papa, que realizó esta visita por sorpresa, sin encuentros oficiales o discursos, para, según dijo, evitar mayores molestias a los damnificados, de los que unos 3.500 siguen recibiendo asistencia en los campos instalados de forma temporal.
Amatrice, la localidad de 2.600 habitantes, fue la más devastada por el terremoto y en ella fallecieron la mayoría de las personas.
En esta localidad de la provincia de Rieti, Francisco saludó uno a uno a más de 100 niños que se quedaron sin escuela pero que han podido comenzar este curso escolar gracias a la instalación de unos módulos prefabricados.
Durante 20 minutos el pontífice conversó con los estudiantes y maestras y se encontró en uno de los módulos con un hombre, visiblemente conmocionado, que perdió en el terremoto a su mujer y a sus dos hijos.
Después se dirigió a la “zona roja”, cerrada por seguridad, junto al obispo de Rieti, Domenico Pompili.
Francisco rezó en silencio durante unos momentos frente a las montañas de escombros y ruinas en las que ha quedado reducido el turístico centro histórico de Amatrice, donde una de cada tres casas se derrumbó.
Después se tomó fotos con los bomberos, a los que agradeció su labor porque fueron “los que salvaron la vida de las personas”.
También se detuvo frente a la iglesia de San Agustín en Amatrice, significativamente dañada, y posteriormente se trasladó a la residencia sanitaria de la localidad de Borbona, donde saludó a los 60 ancianos ingresados.
Muchos de ellos han perdido todo tras el seísmo y han sido instalados en este centro y con los que el papa almorzó rápidamente.
Bergoglio visitó también otras zonas afectadas por el terremoto de 6 grados en la escala de Richter que sacudió el centro de Italia en la madrugada del 24 de agosto.
Hizo una visita rápida a Accumoli, el otro pueblo que sufrió importantes daños, caminó entre los cascotes y se detuvo ante lo que queda de la iglesia de san Francisco para otro momento de recogimiento.
Después pasó por Pescara del Tronto, donde se detuvo en tres ocasiones para saludar a las personas que se encontraban a los bordes de la carretera, y luego llegó a Arquata del Tronto, donde perecieron cerca de 50 personas.
En esta localidad de la provincia de Ascoli, Francisco entró en las tiendas de campaña que ahora sirven de aulas para los niños de la zona y estuvo acompañado por el obispo de la diócesis, Giovanni D’Ercole.
“He querido estar cerca de vosotros en este momento, y deciros que os llevo en el corazón y sé lo que sufrís, vuestras angustias y vuestros muertos”, dijo el papa, quien pidió “rezar por las personas que se quedaron allí (abajo) y que ahora han ido al cielo”.
“¡Siempre adelante! ¡Ánimo! Los tiempos cambiarán pero hay que seguir adelante. Yo estoy cerca de vosotros”, dijo Francisco en el campo de evacuados de Arquata.
La última parada en su recorrido fue San Pellegrino di Norcia, en Umbria, y en esta ocasión estuvo acompañado por el arzobispo de Spoleto-Norcia, Renato Boccardo.
En esta zona, el papa rezó durante unos momentos frente a la iglesia de san Pellegrino, fuertemente dañada, y saludó posteriormente a las personas que le esperaban para mostrarles su cercanía “en este momento de tristeza” y asegurarles que reza para que “el Señor les dé la fuerza para seguir adelante”.
A las 15:30 horas locales (13:30 GMT), emprendió el regreso al Vaticano.
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