Cuando analizamos la conducta de una persona, son varios los factores que podemos ver como influyentes en ella. A su vez estos factores se influyen entre ellos, y a veces lo hacen recíprocamente, formando un lazo de realimentación. Estos factores se refieren tanto al cuerpo u organismo, como a la mente o espíritu. Lo físico y lo espiritual determinan la conducta del hombre, y a menudo lo físico influye en lo espiritual y viceversa.
El factor mental más importante en la conducta de la persona son sus creencias. Cuando se habla de creencias, la mayor parte de la gente piensa que uno se está refiriendo a la religión, pero esto no es así necesariamente. Las creencias religiosas son indudablemente muy importantes, pero, así y todo, no son las únicas. Las personas que no poseen creencias religiosas tienen, no obstante, creencias que orientan su vida.
Nadie puede vivir sin creencias, dado que las creencias de todo tipo forman la estructura en torno a la cual organizamos nuestra vida. Cuando te vas a dormir, crees que te vas a despertar y, cuando se hace de noche, crees que a su debido tiempo saldrá el sol. Estos son dos sencillos ejemplos de creencias sin las cuales tu vida sería muy diferente. Pensando en un plano más general, podemos decir que la historia de la humanidad es la historia de sus creencias.
También se suele hablar de “fe” para referirse a aquello en que uno cree, y también en este caso se suele dar por sobreentendido que uno se está refiriendo a la fe religiosa. La fe en la religión no es la única que podemos tener. A veces, un principio, guía, aforismo, o convicción que suministre orientación a la vida, influye tanto en lo que hacemos como la fe religiosa.
En otras palabras, todo aquello en que creemos forma nuestras creencias, y creemos aquello en que tenemos fe. Tener fe significa, sencillamente, creer en algo. En la mayoría de las personas las creencias más intensas son del tipo religioso, pero algunas personas pueden tener fuertes convicciones que orientan su vida y que no están conectadas con la religión.
Las creencias pueden influir en la fisiología de la persona. Los dos ejemplos más relevantes en este sentido son las curaciones por la fe. En innumerables santuarios repartidos por todo el mundo, personas de muchas religiones acuden a buscar la solución a sus enfermedades. A veces desahuciadas por los médicos, a veces sin haber tenido siquiera atención médica, concurren, en algunos casos desde grandes distancias, a rogar por su curación y en muchos casos la consiguen.
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