Sultán es un perrito muy simpático y alegre, que está encantado con su amo, un pequeño amable y bondadoso.
¡Mira por dónde, en pleno paseo por el bosque, Sultán se ha despistado y ya no puede encontrar a su amo! Por más que olfatea sus posibles huellas, no encuentra el menor rastro. ¡Qué problema!
“Sultán, no pierdas la cabeza. Si no sirve un método, pensaré en otro y seguro que termino encontrando a mi amo”- se dice el perrito, para tranquilizarse.
Unos pasos más allá se encuentra con Mizifú, el gato más andador del bosque. Vive en una casa antigua muy cercana y, enterado ya del problema que afecta a Sultán, se le ocurre una muy buena idea:
– Preguntaré a mi amo. Quizá él conozca al tuyo y, por tanto, sepa el camino de regreso a su casa. De todos modos, es un poco raro que no aciertes a volver solo, Sultán. Los perros tienen un sentido de la orientación casi infalible -objeta Mizifú.
— Bueno…es que yo soy muy despistado y jamás me acuerdo de nada. ¿Qué le voy a hacer? Se disculpa Sultán, algo avergonzado.
– No te preocupes, amigo. De todas formas vas a regresar junto a tu amo -le dice el buen gato.
En efecto, aunque el amo de este último, no conoce a ningún niño por las cercanías, la gallina Toñita, muy amiga también de dar largos paseos con sus polluelos, sabe perfectamente dónde vive el amo de Sultán, e incluso ha reconocido al despistado chucho.
Cuando Sultán regresa a su hogar, encuentra al niño dormido. ¡Cuánto se va a alegrar al despertar y verle allí, sano y salvo!
Moraleja: Si a tu alrededor no pones atención te llevarás una gran decepción!!
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