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El saltamontes Agradecido

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  Era un crudo invierno que azotaba cruelmente aquella región pegada a uno de los polos de la Tierra, cuando un desamparado saltamontes avanzaba penosamente sobre la espesa nieve.

  El frío era intensísimo, por eso necesitaba encontrar, cuanto antes, un refugio, si no quería morir congelado.

  Nuestro amigo cayó inconsciente sobre la nieve, víctima del frío, del hambre y del cansancio. Por fortuna, un matrimonio de mariquitas que pasaban por allí se dieron cuenta  de la situación del pobre animalito y, rápidamente sin pérdida de tiempo, como pudieron se lo llevaron a su casa.

  Después de unos días Saltamontes se repuso con una buena comida y té caliente. Pasó todo el invierno en casa de aquella bondadosa pareja. Al despedirse de los que le habían salvado la vida, dijo, conmovido:

– No sé cómo agradecerles, y quisiera…..
– ¡Nada, nada!- Le interrumpió el señor Mariquita—. “Hoy por ti, mañana por mí”.

  Sus palabras fueron proféticas, pues, para el siguiente invierno, una hija del matrimonio se perdió en lo más profundo y tenebroso del bosque. Saltamontes, que lo conocía palmo a palmo, rastreó las huellas de la pequeña y no tardó en encontrarla y regresarla a sus padres sana y salva.

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