Fuente: Corky Siemazsko, NBC
El costo psicológico que muchos médicos en primera línea contra el coronavirus afrontan ha quedado dramáticamente en evidencia después de que la doctora Lorna Breen se quitara la vida.
Las llamadas al número de apoyo para médicos empiezan a menudo con las disculpas de una persona desesperada.
“Después, dirán algo como ‘Lamento molestar con esto”, explica la doctora Mona Masood, quien lanzó esta línea de ayuda en marzo junto a otros cuatro psiquiatras. Su objetivo es ayudar a los médicos a afrontar el estrés que sienten al combatir la crisis del coronavirus.
“Luego hablarán de los pacientes que trataron, de la ansiedad de ir a trabajar, de no tener el equipo de protección personal adecuado, de sentirse sobrepasados y sin el apoyo del sistema sanitario”, agrega Masood.
Algunos médicos ya estaban “colgando de un hilo”, dice: “Y luego ocurrió lo del coronavirus”.
Entonces “esas cosas que los estaban agobiando antes tuvieron que ponerse en un segundo plano, y luego todo se quemó”, afirma esta psiquiatra con sede en Filadelfia.
El costo psicológico que tienen que pagar muchos médicos en primera línea contra el coronavirus quedó en evidencia de manera dramática el domingo, cuando la doctora de urgencias Lorna Breen se suicidó. Su padre, el médico Philip Breen, cree que fue “otra víctima” de la pandemia, y asegura que no había tenido problemas de salud mental antes.
Smita Gautam, psiquiatra instalada en Chicago y cofundadora de la línea de ayuda para médicos, teme que muchas otras personas estén en la misma situación: “Los médicos tienden a ser personas perfeccionistas a las que cuesta pedir ayuda”.
Masood cree que, aunque muchos doctores se sienten agradecidos por las muestras públicas de aprecio que reciben, como los aplausos por la tarde en muchas ciudades del mundo, otros arrastran un sentimiento de culpa.
“De repente nos llaman héroes y nos ponen encima de un pedestal, y nosotros tenemos un miedo profundo a no ser héroes”, detalla la psiquiatra, “algunos médicos sienten esa vulnerabilidad y no tienen forma para expresarla”.
Margaret Seid, una psiquiatra de Nueva York que no está asociada a este canal de ayuda, cree que esa sensación no es rara entre los doctores en primera línea contra la pandemia.
“Muchos pueden sentir que no merecen elogios”, mantiene, “incluso si ese día han salvado 10 vidas, están pensando en la única persona que no lo logró. Eso puede no hacerles sentir tan heroicos”.
Breen trabajaba en el Hospital Presbiteriano Allen de Nueva York. Cuando se difundió la noticia de su muerte, los empleados fueron invitados a hablar con un asesor interno, un procedimiento estándar en muchos hospitales, así como en empresas como NBCUniversal.
Masood dice que se dio cuenta de la necesidad de un canal de ayuda específico para médicos gestionado por médicos al leer mensajes angustiados en una página Facebook dirigida a médicos que atienden a pacientes de coronavirus.
“Encontré una gran cantidad de publicaciones relativas a personas con problemas de salud mental”, explica, “se hablaba del estrés del día a día, pero también de la ansiedad anticipada respecto a los pacientes y doctores que llevaban eso a casa y lo transmitían a sus familiares”.
Gautam asegura que se le hizo evidente que el COVID-19 estaba “dejando a los doctores cada vez más aislados”.
“No solo tienen que proteger a las personas del virus, sino también del miedo”, observa, “ni siquiera pueden desahogarse con sus familiares”.
Dificultad para expresar lo que se siente
Los médicos suelen ser reacios a hablar de sus problemas de salud mental por estigma y vergüenza, explican los expertos.
“Lo primero que notamos muchas veces es la sensación de culpa tan solo por utilizarse a algún recurso destinado a la salud mental”, dice Masood, “en Estados Unidos hemos creado un sistema sanitario en el que pedir ayuda se considera una debilidad”.
La línea de ayuda, que cuenta con la atención de 600 psiquiatras voluntarios, de lunes a domingo y de ocho de la mañana a medianoche, es totalmenteconfidencial. No está asociada a ninguna organización médica ni es propiedad de ningún sistema de salud.
De acuerdo con Gautam, empezó a funcionar el 30 de marzo, día nacional de los doctores, y recibe en media 20 llamadas al día.
La mayoría proceden de grandes ciudades como Nueva York y Chicago, pero también llaman médicos de áreas rurales y doctores que no trabajan con pacientes con coronavirus, como cardiólogos, anestesiólogos y otros especialistas.
“El COVID-19 ha creado enormes cambios de actitud”, reflexiona Masood, “personas que probablemente no estaban pensando en su salud de manera prioritaria ahora sí lo hacen, y generan sobrecarga a sus doctores”.
Tanto ella como Gautam dicen que también han hablado con médicos angustiados por tener que negar a sus pacientes remedios cuya eficacia no se ha probado científicamente que el presidente, Donald Trump, promocionó durante sus conferencias de prensa en la Casa Blanca, como el medicamento antimalaria hidroxicloroquina.
“Somos una organización apolítica, pero cuando tenemos este tipo de formato en el que este tipo de información se difunde de forma tan sencilla desde las autoridades federales, se nos carga una nueva responsabilidad en nuestros hombros”, dijo Masood.
Seide está de acuerdo. “Para los responsables sanitarios, es estresante tener que decirle a un paciente ‘no’ cuando la hidroxicloroquina puede haber sido su última esperanza contra este enemigo invisible”, explica.
El número de la Physician Support Line es (888) 409-0141.
Si usted o alguien que conoce sufre una crisis, llame a la línea de prevención del suicidio al 800-273-8255, envíe un mensaje con el texto HOME al 741741 o visite la página SpeakingOfSuicide.com/resource
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