EFE
El mexicano Ricardo García va puerta a puerta por las calles de Chicago con su libro “Mis demonios”, una historia de superación personal basada en su pasado pandillero que quiere compartir con jóvenes y otras “almas perdidas” que, como él, comparten los peligros de la calle…
“Durante mucho tiempo caminé a ciegas, sin darme cuenta. Creía saberlo todo, que lo podía todo, y la vida me despertó a golpes”, declaró a Efe durante un recorrido por el barrio mexicano La Villita, en el suroeste de la ciudad, para vender su libro.
Según relató, su infancia en México, donde nació hace 29 años en Ciudad Hidalgo, en el estado de Michoacán, fue de mucha pobreza, criado en una casa de madera y “con un padre que no era el mejor del mundo”, violento y viciado en drogas.
De niño hacía “mandados” para narcotraficantes y también fue “halcón”, que son los encargados de vigilar y anticipar el movimiento de las fuerzas de seguridad en contra esas bandas.
“Es por eso que la policía nunca encuentra a nadie con las manos en la masa, porque los ‘halcones’ son los ojos y oídos de los traficantes y están en todos lados para avisar”, dijo.
Después se convirtió en miembro armado de la pandilla “Sur 13”, en Morelia, aunque asegura que nunca le obligaron a hacer “nada violento”.
Ya en Chicago, donde llegó cuando tenía 15 años, siguió vinculado a pandillas y a la vida marginal, al punto que en 2011 fue detenido y deportado.
Cuatro años después estaba de regreso, ilegalmente, pero esta vez consciente de los “demonios” que lo acompañaban, en la forma de “pandillas, pobreza y vicios”, que lo hicieron perder contacto con su familia, incluido un hijo autista que hoy tiene siete años.
“La calle es muy cruel, estás muy solo”, dijo García, quien ahora trabaja en construcción y busca reflejar su experiencia y la de otras “almas perdidas que caminan a ciegas”, sin darse cuenta de que “a nadie le importa lo que vives, nadie te da una mano”.
En la presentación de su libro, que según asegura es el primero de una serie de tres, García dice que sus “demonios no se dejan ver”, pero los puede “sentir y escuchar como pequeñas voces a lo lejos”.
Conocido además como música de rap, ha sido invitado por iglesias cristianas y centros de jóvenes de Chicago para dar su testimonio.
“Es importante que sepan que no importa el entorno donde se crece. Uno puede cambiar y echarle ganas para ser positivo con lo negativo”, expresó el joven, quien comenzó a escribir el libro a los 17 años en forma de diario.
El autor indicó que cambió los nombres de las personas que aparecen en su libro y algunos personajes son ficticios para así evitar problemas con las pandillas y “también con la policía, porque todo lo dicho puede sonar como una confesión”, explicó.
“En las pandillas todo es por dinero, territorio y respeto. Cuando más droga vendes entra más dinero y se abarca el mayor mercado posible. Pero los jóvenes que buscamos respeto y aceptación en una pandilla no nos damos cuenta de que los líderes nos usan y se llenan los bolsillos con nuestras vidas”, declaró.
García indicó que cuando sale a la calle a vender su libro la gente le “confunde con un integrante de un grupo religioso” y rechaza abrirle la puerta o pararse unos segundos a conversar con él.
Pero García insiste, sobre todo con las mujeres, “que siempre preguntan si se trata de algo religioso”, que su obra trata “sobre la vida”.
Una vez le franquean la entrada, o cuando logra atraer la atención de un conductor en un semáforo, el diálogo se hace fácil, porque las pandillas son un azote constante en todo Chicago y existe una gran preocupación en las comunidades hispanas para combatir el reclutamiento de los jóvenes.
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