Quiiuuubo!, quiiuubo!, quiubo! Cómo están esos pelao’s mal fajao’s y esas morri’as boni’as, ¿de pelos?… po’s espero que sí! y aunque nos llegó el calor, algo ‘juertecito’ pos no’leaunque hay que seguirle camelándole duro.
Y sin tanta guaguara, déjenme de una güena vez les echo este rapidín… chistorete, que más bien es algo así como una tierna y dulce fábula; se llama: “El gallo sabio”, ai’ les va:
Se cuenta que un granjero, compadecido de su viejo gallo, le quiere dar descanso, así que va a la granja vecina y compra con un gallo joven.
El gallo joven mira a su alrededor, camina esponjado hasta donde está el gallo viejo y le dice: — Bueno viejito, llegó la hora de retirarte.
-:- Vamos, vamos, no me digas que tú solo vas a poder con TODAS estas gallinas -responde el gallo viejo. ¡Mira como me han dejado! ¿Por qué no me dejas aunque sea aquellas dos gallinas viejas que están en el rincón?
— ‘tas loco anciano… Se acabó tu tiempo; ahora soy yo quien está a cargo, dice el gallo joven.
-:- Hagamos una cosa, jovencito -propone- Vamos a echar una carrera. El que gane se queda con todo el gallinero.
— juar!, juar!, -se ríe el gallito- (me k ai que así se ríen los gallos jóvenes)-, está bien, pero acéptalo viejito, vas a perder. Pero pa’que veas que soy güena ‘onda, te voy a dejar que salgas primero…
El gallo viejo se echa a correr. Y a los 10 segundos, el joven sale detrás de él… Le dan la vuelta al portal de la casa corriendo y el gallo joven cada vez va más cerca. Ya está a sólo unas 2 yardas detrás del gallo viejo y acercándose más.
En eso, el granjero, que está sentado en el portal, ve a los dos gallos corriendo. Agarra la escopeta y -BOOM!- le dispara al gallo joven.
El granjero tristemente sacude la cabeza y dice:- Pero qué …inche suerte la mía!; es el tercer gallo maricón que compro este mes!
Moralejas:
1.- No retes ni te fíes de los VIEJOS!… Que con su experiencia encontrarán la forma de joderte!
2.- No pongas muy altas expectativas en el joven, que con su inexperiencia, fácilmente comete _indejadas!…. y te lleva entre sus patas!
Pero en fin… y a propósito chiles rellenos de ajos y frijoles con gorgojos, hay algo que seas joven o viejo, seas mujer u hombre, es difícil de controlar y de no caer en ellas, me refiero a formarse expectativas… falsas expectativas. Ya ven, el granjero pensó en gallos jóvenes, pero se olvidó que el gallo viejo, era marrullero. Aunque claro, hay que reconocer que tarde o temprano, todo se acaba… todo cae.
Y fíjensenn, que algo así me sucedió el domingo antepasado cuando jugó México Vs. Estados Unidos… Resulta que en las redes sociales de El Aviso (face book, you tube, instagram), promocionamos que estaríamos en un restaurante, regalando souvenirs, rifando cosas, etc. Entonces yo pensé: como va a ir gente que conoce El Aviso, po’s a güeso ‘mucha gente’ me va a conocer a mí. Así que esa tarde me puse mi ombliguera (playera que me queda cortitita) y me apersoné en el lugar. Me senté una mesa de en medio y empecé como abanico, a voltiar pa’la izquierda y pa’la derecha. Me quitaba la gorra, me la ponía, me paraba, me sentaba, jui al baño como 3 veces por diferentes caminos (pa’que me vieran, pues), pero naiden me pelaba. Uno que otro se me quedaba viendo como pensando: “y este __inche loco, qué se trai”…
Total, cuando se acabó el juego y me despedía de mis compañeros, un morro se me acercó y dijo: “verda’ que es uste’ el Digo”.
Siií!, claro -le conteste contento-. Mucho gusto!
‘‘Ya ven, -dijo a las dos damas que lo acompañaban-, les dije que sí era”.
En eso estábamos cuando otra señora -Imelda, así dijo que se llamaba- me preguntó: “¿De veras es uste’ el monito ese de la camiseta?”
Sí, a sus órdenes! -le sonreí- y ella con carita de asombro exclamó: “ayyy!, pobrecito!… ¡se hubiera traído la máscara!!!”.
Pegamos la carcajada. Platicamos unos minutos mas. Nos despedimos y cada chango a su mecate.
Como verán, yo me formé ‘falsas, muuy falsas expectativas’, de que mucha gente me iba a reconocer y saludar. Que iba a dar autógrafos, y a lo mejor hasta me pedirían una foto con ellos… Seguramente doña Imelda, también tenía ‘falsas expectativas’ de cómo era el Digo. Tal vez esperaba ver una persona diferente. Menos fea, sin barriga, no tan chaparro ni tan pelón, etc.
Y esto me hizo pensar en que muchos de nosotros, nos formamos ‘grandes expectativas’ sobre tal o cual cosa o persona. Pero cuando la compramos, cuando la tenemos, cuando nos la ponemos, cuando la conocemos, uuta!, qué decepción!… ¿a poco no les ha pasado?
Güeno, eso no aplica al encontrar a la mujer (o el hombre) de nuestros sueños, porque al casarnos o arrejuntarnos…. ah!, qué bonito, nos damos cuenta que ai’ sí, casi le atinamos, ji, ji, ji.
Por eso a mis 4 ó 5 leitores, les recomiendo que traten de NO crearse falsas expectativas o al menos no taaan grandes, pa’que luego no sea asi de grande la _inche decepción
diGo… yO No’mas DigO!
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