Queridos lectores:
Hace unos meses publicamos el caso del “Joven Cristiano” que no sabía si casarse o no con una ex novia con la que, cuando se reconciliaron, luego de una separación de varios años, le confesó que ella ya no era virgen. El Joven decía amarla pero a la vez sentía que el que ella ya no fuera virgen estaba en total conflicto con sus creencias religiosas.
Mi consejo para él fue que no se casara si no se sentía capaz de aceptarla tal cual era su presente. También le mencioné que el Sexto Mandamiento lo que prohíbe es el adulterio. Y le dije que más importante que detenerse a considerar la integridad física de la muchacha, tendría que analizar si ella iba a profesar la religión cristiana con el mismo fervor que él. Esto último debido a que considero que las creencias religiosas pueden unir o separar a una pareja si no se manejan bien.
A raíz de esta carta, escribió una lectora que se firmó como “La Estudiante” y dijo que por lo general admira mucho la forma en la que manejo los casos que envían los lectores a esta columna, pero que en esta ocasión, estaba en desacuerdo conmigo y quería puntualizar que Dios sí prohíbe la “fornicación”.
En su carta, La Estudiante cita numerosas partes de la Biblia para fortalecer su punto de vista. Agradezco mucho la participación de esta lectora a mi columna.
Sin embargo, pienso que los argumentos que ella envía en su carta solamente sirven para condenar a la ex-novia del caso antes mencionado.
Desde mi punto de vista, eso no es muy cristiano que digamos. Los argumentos que da La Estudiante respecto a que la Biblia condena la fornicación como pecado, deben servir para que una persona estudiosa de la Biblia regule su propia forma de vida, más nunca para que juzgue o condene a otros que viven su vida quizá de acuerdo a otro texto sagrado o quizá sin orientación religiosa o espiritual. Equivocados o no, todos merecemos respeto.
Más allá de argumentos para determinar si una persona ha pecado o no, deberíamos enfocarnos en el perdón y la compasión. Y si vamos a manejar este caso estrictamente a través de la Biblia por qué no mejor nos referimos a Mateo 18:22, donde Pedro le pregunta a Jesús: “Señor, ¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí?” y Jesús le contesta: “No te digo que hasta siete veces, sino te digo que tienes que perdonarlo hasta setenta veces siete”… Insisto, ese es mi punto de vista.
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