Ahora que pasamos una crisis sanitaria, aprovecharemos para hablar de lo más básico que es la alimentación sana para mantener fuerte nuestro sistema inmune y estar más fuertes en caso de enfermar, para así sanar mejor y más pronto. Como dice el viejo refrán, somos lo que comemos.
Para entender el sistema inmune o inmunológico, debe entenderse que el cuerpo humano es un sistema cerrado y en equilibrio. Tenemos orificios para meter y sacar aire, otro para meter comida y dos orificios para expulsar: uno líquidos y otros desechos sólidos. El órgano más grande de nuestro cuerpo es la piel, que cierra nuestro cuerpo al exterior y permite los equilibrios químicos que nos dan vida y forma en base al agua y carbono.
Ese equilibrio entre las células, dentro y fuera de ellas, es lo que protege el sistema inmune, que se compone de muchísimas células especializadas. Lo llamamos “sistema” porque se compone de elementos y procesos biológicos. Se ocupa no sólo de los agentes patógenos que pueden llegarnos de fuera, sino también contra los errores o problemas internos, por ejemplo, células que mueren y han de ser desalojadas para que una célula nueva ocupe el lugar y haga su trabajo, para eso hay fagocitos, células que comen a esas células muertas.
Una idea de lo complejo que es el trabajo nos lo da saber que cada siete años cambiamos todas las células del cuerpo. Cuando el proceso de reproducción celular funciona perfecto le llamamos juventud, cuando las nuevas copias de las células ya no son tan buenas como las anteriores, a eso llamamos vejez.
Cuando un microorganismo o una toxina entra al cuerpo, de inmediato se activa el sistema inmunológico innato, compuesto por células que analizan, células que combaten, enzimas que descomponen y los leucocitos o células blancas de la sangre, que son como la armada, el ejército del sistema inmune que incluye los fagocitos ya mencionados, mastocitos que son como bodegas de químicos que ayudan en la batalla e incluso células especializadas en matar microorganismos u otras células, células asesinas. Suena a ciencia ficción, pero no, es nuestro cuerpo, es nuestra naturaleza dictada por los ácidos al centro de nuestras células eucariotas.
Todo ese sistema necesita nuestra ayuda para funcionar bien. Para eso es bueno comer frutas, cereales, legumbres y vegetales en general, destacando acelgas, espinacas, aguacate, papaya, aceitunas, soya, semillas de girasol y las almendras.
Antes de poner en práctica este o cualquier otro remedio casero, consulte a su médico.
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