Queridos Lectores:
Recientemente publicamos una carta de un lector, Wilson, que decía que la soledad, no la diabetes, era lo que lo estaba matando.
En esa columna pedíamos a los lectores que desearan ayudar a este lector, que le enviaran cartas de apoyo.
La respuesta ha sido muy alentadora. Hemos recibido muchas cartas para Wilson, mismas que le enviamos en un sobre de correo prioritario.
Estamos seguros que la generosidad de ustedes va a aliviar la soledad de este hombre.
Esta no es una respuesta única. En el pasado, siempre que hemos pedido ayuda, ustedes, mis queridos lectores, siempre han salido a tender la mano.
Hubo un caso de una mujer que tenía un problema de inmigración y gracias a ustedes, recibió muy buenas y atinadas respuestas.
En otra ocasión, un padre soltero que confesaba su soledad, recibió muchas cartas de lectoras que querían entablar amistad con él.
Cuando pedimos ayuda para personas encarceladas, recibimos decenas de cartas, algunas incluso con estampillas, sobres y papel para escribir de regalo para los prisioneros.
Y así, en estos casi 18 años de escribir esta columna, puedo proclamar con mucha humildad, que mis lectores son generosos y muy participativos.
Mil gracias a todos. Wilson y yo se los agradecemos infinito. Un abrazo.
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