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INFORME CONTRADICTORIO, CON POCO SENTIDO

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En la confrontación entre Estados Unidos e Irán el gran ganador fue indudablemente el mundo.  Las sociedades civilizadas no están de acuerdo con una guerra más en el Medio Oriente, o en cualquier región del mundo.

Al informe de Trump podemos analizarla de la siguiente manera. Inicialmente, su gobierno optó no responder militarmente a los más de doce bombardeos iraníes que detonaron en bases norteamericanas en Iraq, los cuales produjeron destrucción material pero no dejaron ningún tipo de bajas humanas, ni en el lado iraquí ni en el estadounidense.

En este sentido, los iraníes fueron muy estratégicos en su respuesta al asesinato de su general, Qasem Soleimani.  Aparentemente utilizaron misiles de corto alcance y bastante “lentos” para que el ejército norteamericano en Iraq pudiera detectarlos y emprender una retirada inmediata. Lo anterior explica por qué no hubo bajas.

A Trump le conviene no convertir este conflicto en una guerra regional. Un conflicto bélico alargado le costaría, a mediano plazo, la presidencia en las elecciones de noviembre y, a corto plazo, algunos senadores republicanos tendrían justificaciones para abandonarlo y unirse a  los demócratas en el proceso político del “impeachment” en el Senado.

Segundo, el gobierno norteamericano mantendrá presión económica contra el régimen de Irán para que sus líderes finalmente puedan acceder al diálogo y buscar un acuerdo definitivo con relación a su posición estratégica en la región.

En su informe Trump destacó que el grupo terrorista de ISIS es uno enemigo común para los dos países.  Manifestó que los dirigentes iraníes deberían acceder al diálogo para crear un plan conjunto entre los dos gobiernos y destruir a este grupo terrorista.

Sin embargo, lo que Trump realmente quiso referirse es que los líderes iraníes deberían acceder al diálogo para resolver diferencias militares y políticas.

Finalmente, el informe de Trump estableció que su gobierno “no permitirá que Irán alcance capacidades atómicas”.

Todos los gobiernos que le precedieron sostuvieron el mismo argumento, especialmente aquellos gobiernos norteamericanos que fueron más belicosos con su par iraní. Los resultados siempre fueron contradictorios.

Al igual que Corea del Norte, los iraníes eventualmente van a culminar el deseo de tener bombas nucleares. La presión económica es la peor estrategia para detener los objetivos de Irán de convertirse en una potencia nuclear. La alternativa militar es la más efectiva, pero a estas alturas esta vía tendría consecuencias negativas para el gobierno de Trump.

Por eso, en este conflicto, entre los dos países, el que perdió no volvió a atacar militarmente a su enemigo. Trump sólo se limitó a un discurso político calculado para mantener tranquilo a todos los norteamericanos.

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