Cigarra era muy propensa a alejarse demasiado de su casa. Nunca le había ocurrido nada malo, pero su madre le advertía sin cesar: – “Hija, la prudencia es la cualidad que nos permite seguir con vida. Aquí, en el campo, tenemos muchos enemigos dispuestos a comernos y acabar con nosotras. Debes andar con los ojos bien abiertos y, procura no alejarte mucho de casa”.
Cigarra, creyendo que su madre exageraba, se alejó una tarde de los lugares que frecuentaba. La noche le sorprendió en un desconocido rincón del bosque.
Entonces, sintió miedo. ¿Qué podía hacer? Tenía hambre y se sentía cansada y friolenta.
Seguida por su instinto, empezó a volver sobre sus pasos. Por el camino, tuvo que huir de un sinfín de animales que pretendía comérsela! Uyy!, No saben cuántos sobresaltos tuvo en unas horas!
Cuando Cigarra llegó a su casa, ya había amanecido. El corazón le latía con mucha fuerza y se sentía desfallecer. Cubierta de barro y congelada de frío, se presentó ante su madre, que había pasado la noche muy intranquila y sin poder dormir. Llorando, le contó todo, detalle por detalle por todo el peligro que pasó.
Su madre, le preparó un riquísimo desayuno y, ya limpia y comida Cigarra pudo dormir a sus anchas, tras prometerle que, de ahora en adelante, seguiría sus consejos, uno por uno.
Moraleja: Amiguito: a tus padres debes escuchar si de peligros te quieres librar!!
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