Para seguir un poco, aunque de lejos, el tema de la semana pasada, sobre la comunicación, me voy a permitir, (ya me pedí permiso) reciclar un artículo publicado hace unos dos o tres años… Digo, si a un señor Vicente le pagan porque siga cantando la misma canción, año tras año, ¿qué de raro tiene que yo repita un artículo de cuando en vez? .. ¿o qué?..Va pues…
En el principio apareció la palabra y la palabra era muy respetada, venerada, casi sagrada, porque la palabra era portadora de la verdad.
La palabra decía lo que el hablador (entonces ser hablador era algo respetado) veía, lo que sentía, lo que quería, lo que creía. Pero un día, maldito día, alguien descubrió que la palabra también servía para decir la mentira y pronto se desvirtuó la palabra. Y el hablador dejó de ser respetado como al principio y casi se convirtió en algo despreciable. Las cosas cambiaron. En el principio la palabra valía por sí sola. Después, para saber cuando las palabras decían la verdad había que acompañarlas con signos, como tocarse el corazón, estrechar las manos, abrazarse, tocarse la frente y levantar los ojos al cielo para ponerlo de testigo… pero aún así, se fue perdiendo la fe en las palabras.
Luego apareció la palabra escrita. Se puso en tablillas de barro, pieles, papiros, pergaminos, papel, mantas y dentro y fuera de edificios… y ahora la gente creyó en la palabra escrita como portadora de la verdad. Se escribieron los libros de los dioses y se creyó que todo lo escrito era verdad, no se podía escribir la mentira. De la palabra escrita sencilla, de la cuneiforme se pasó a la barroca, la palabra gariboleada, adornada, casi desfigurada… Y pasó lo mismo que con la palabra hablada, pronto se descubrió que si la misma boca podía decir la verdad y la mentira, la misma mano podía escribir la verdad y la mentira, con la misma tinta, el mismo cincel… y se desprestigió la palabra escrita.
Luego apareció la palabra impresa y la gente (dura de cabeza) creyó que ahora sí era la palabra de Dios… “Es cierto, lo dice el libro” , pero después de la palabra de Dios se empezaron a imprimir las palabras del diablo y, aunque la imprenta se regó por todo el mundo en corto tiempo, en corto tiempo aprendería la gente que las imprentas también imprimían la verdad y la mentira con los mismos tipos de letras y que había libros llenos de verdades y libros llenos de mentiras y unos con la verdad y la mentira tan bien entrelazadas que resultaba difícil separar la una de la otra. No todo lo que se escribía en los libros era cierto…
Luego aparecieron los Periódicos, los pequeños y los grandes Diarios y la gente creyó que todo lo que estaba en los periódicos era cierto… “Es cierto, lo leí en el periódico”. “el periódico lo dice” La profesión de periodista fue respetada, hasta que aprendimos que decir: “no es cierto, lo leí en el periódico”, también era cierto. Otra decepción: No todo lo que se escribía en los periódicos era de confiar…¿Ni el Aviso?….
Y un día volvimos a la palabra hablada: La Radio. La gente imaginaba al “hablador”, no lo veía, de la misma manera que imaginaba al escritor de libros y periódicos. La gente creía lo que decía la radio. “Lo dijeron en el radio” y si lo decían en el radio tenía que ser cierto. Invento tan grandioso tendría que decir la verdad, pero nada, otra vez, poco a poco descubrió la gente que no todo lo que decía el radio era cierto, ni los anuncios, ni los discursos, ni las historias… la radio podía decir la verdad y la mentira con la misma música de fondo…y en la misma frecuencia.
Y un día, ¡oh milagro! apareció el hablador de la radio en una pantalla, nació la televisión. No sólo oíamos, sino que veíamos al hablador, tan elegante, con tan buena voz, con tan bonito escenario, y volvimos a lo mismo, no se nos quita lo…. la maña, volvimos a creer que todo lo que decían en la tele era verdadero… “Lo vi en la tele” “Lo dijeron en la tele”.
¡¿Hasta cuándo aprenderemos?! Para acabar pronto: son más mentiras que verdad lo que aparece en la tele… las palabras revueltas con imágenes sólo sirvieron para ocultar mejor la mentira, para ocultar mejor la verdad, primero mentiras en blanco y negro y luego a todo color, y ahora hasta mentiras en alta definición….
Y sin que mucha gente se diera cuenta, un día apareció la internet… ¿Con qué se come eso?, preguntaban y preguntan muchos viejos, pero eso no quitaba que anduvieran presumiendo: “es cierto, m’ijo lo bajó de la internet” Y si es algo que se baja, así como del cielo, ¡tenía que ser cierto!
Poco a poco vamos aprendiendo que tampoco todo lo que está en la internet es cierto, no porque lo vio en la internet ya es verdadero.
La red recoge por igual mentiras y verdades, porque la mentira y la verdad empezaron a caminar juntas desde allá cuando se apareció la palabra hablada. A usted le toca desenredarlas y escoger. Trabajo que se hace cada vez más complicado para los que no se preocuparon por seguirle de cerca los pasos a la verdad… habrá que volver al principio, porque en el principio solo existía la palabra y la palabra era como un dios…
Salud y saludos y hasta la próxima.
licvidriera@aol.com
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