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La Columna del Lic. Vidriera 50-2013

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Por: Mario Soto Centeno

  Ya sé que ya te platiqué que fui a un velorio en días pasados, pero fue nomás de pasadita… nomás de pasadita que platique y nomás de pasadita que fui, pero se me quedaron otras cosas sin platicar y aquí te van. En primer lugar, como dijo “La panzona”, “Antes nos veíamos seguido en los bailes y fiestas y ahora ya nomás nos vemos en puros velorios”.   

    La panzona es un muchacho (como de mi edad, todavía no llega a los 80) y le decimos la panzona, sabrá dios por qué y sabrá dios desde cuándo, porque todos lo conocemos por el apodo y algunos nomás por el apodo. Tuvimos que preguntarle al “Monstruo”, su sobrino, cómo se llamaba su tío, porque de pronto no podíamos recordar el nombre de pila aunque ha sido amigo de siempre. Andaban también en el velorio unos sobrinos del Gusano. También andaba El Indio, y ese sí no sé cómo se llame, porque es de otro pueblo y emparentó por matrimonio con mi pueblo, pero algunos lo confundían con El Chiro, y sí se parecen mucho, aunque El Tomerio, dice que más bien le da un parecido a un hijo de El camote.  El tomeiro es  hermano de “La vacapinta”…

   ¿Te das cuenta? ¡Puros apodos! Hace ya más de diez años escribí mis recuerdos del pueblo donde crecí y los publique en un librito. Allí dediqué un capítulo a hablar de los apodos… Creí que algunos se podrían sentir mal al ver en letra de imprenta los apodos con que todos en el pueblo los conocían, pero me llevé una sorpresa. No me reclamaron porque los hubiera puesto en el libro, al contrario, hubo quien me agradeciera por haber puesto el apodo de su papá, para que la gente se acordara de “El Guachicol” y varios me agradecieron que mencionara a “El mudo que habla”, porque fue un personaje sencillo, pero muy conocido en el pueblo, además de ser un orgullo, porque éramos el único pueblo que tenía un mudo que hablara, y ¡vaya que sí hablaba! Pero fueron más lo que me reclamaron porque no mencioné sus apodos y en una segunda edición tuve que ponerlos, recuerdo que “Panzafría” me insistió mucho: “Si  pusiste al “Mascafierros” y a “La Muisca”, no sé cómo te olvidaste de mí, acuérdate que me decían Panzafría…”

   Hoy muchos viejos recordamos los apodos de la infancia y la juventud sin agravio y sin disgusto, como el corrido, y hasta con nostalgia, pero en aquellos tiempos… dijo Chuy a sus… digo, en aquellos tiempos hasta pleitos había a causa de los apodos, porque algunos apodos se impusieron a la fuerza. Como aquellos dos que andaban hechos la mocha peleando a la salida de la escuela.. y llega el amigo de uno de ellos a animarlo: “No te dejes, Bocachula” “Pégale abajo, Bocachula”… pero  “Bocachula”  mejor bajó las manos desanimado y paró el pleito, mientras le reclamaba al amigo: “Pero pos por eso era el pleito, Pocaluz, porque me dijo Bocachula”.  (De hecho uno tenía la boca torcida y el otro estaba cegatón)

  Claro que hay apodos ofensivos, pero a veces entre más lucha el apodado por sacudirse el apodo más se le pegaba.  Pero malos y buenos, la mayoría de los apodos revelaban el ingenio popular.

  En mis tiempos de estudiante apodamos a un maestro “El bikini”… porque enseñaba todo, menos lo esencial…

  Pero ni me había fijado y ya cambiamos de página. Y ya descubrí por qué muchos no hacen caso allí donde dice: “PASA ALA PAG….X”. Verás, así como hay anunciantes que piden que su anuncio vaya junto a tal o cual artículo, (ya te imaginarás que todos quieren salir junto a mi artículo, pero es mucho peso para mi “columna”, es la causa que seguido ando charrengue), por eso me adelanté y pedí que no pusieran anuncios de abogados en mi columna, que me pusieran una anuncio de belleza y si era de cirugía plástica mejor, y esa es la causa que muchos no buscan la página donde sigue mi artículo, porque se quedan viendo el anuncio ¡qué nalgotras! ocasiones ya habrán visto… Si alguien de aquí a unos chorrocientos años busca revistas viejas de el Aviso podrá tener alguna idea del tipo de sociedad en que vivimos hoy, nomás por los anuncios… y eso que no se aceptan anuncios de brujas y brujos, si no esta revista ya andaría volando alto, muy alto… más de lo que ya vuela. 

   Después de este paréntesis de nuestros patrocinadores volvamos al tema de los apodos.

  El poner apodos es una costumbre muy antigua, y para que veas que no te miento cuando te digo que de algunos apodados no sabemos el nombre verdadero… Según pláticas, Platón no era nombre de pila, era un apodo que quiere decir frentón, ancho, gordo, el verdadero nombre era Aristocles… Calígula quiere decir “el botines” o “botitas”, pero su nombre era Cayo Julio César Augusto Germánico… bueno, con decirte que ni Dios se nos escapa de apodos, y unos le dicen El Creador, El Todopoderoso, El Altísimo…  A todo le encontramos un apodo…hasta al diablo y a la muerte…  Salud y saludos y hasta la próxima.

 EL PILÓN.- Muy arriba mencioné un libro con historias de mi pueblo que se llama San Julián, Jalisco, (el pueblo, no el libro) y lo puedes encontrar en www.amazon.com (el libro, no el pueblo) El libro se llama Eran otros tiempos.

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