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LA COLUMNA DEL LIC. VIDRIERA

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Chepita, la vecinita de Pepito, le estaba contando con mucha seriedad y hasta con ese dejo de superioridad que ponen las mujeres cuando le explican al hombre algo que éste ignora…: “A mí me trajo una cigüeña; a mi hermanito lo encontró mi mamá entre las hojas de un repollo, y a mi hermanita la encargaron mis papás de París”. Pepito que había estado meneando la cabeza y viendo a Chepita con incredulidad, le preguntó, intrigado: “¿Qué tus papás no saben  co……. copular… co…coitiar?, de coito, yuknou?”…
Claro que Pepito usó otras palabras más conocidas y que hicieron que otra vez se fuera Chepita casi llorando a decirle a su mamá que Pepito estaba diciendo cosas deshonestas…
Lo cierto es que si todos los niños del mundo fueran tan sabios como Pepito. Si los viejos de ahora hubiéramos sido conocedores de esas cosas como Pepito, otro mundo… Pero casi todos fuimos desinformados y deseducados como Chepita…
Todavía no hace mucho, a lo mejor todavía, en los colegios religiosos, podría decir que en algunos, pero yo creo que en todos, el cuerpo humano aparecía en los dibujos de anatomía sin nada en la entrepierna. Aquello se veía religiosa y políticamente correcto, pero incorrectísimo anatómicamente. No solo era falsa información académica, sino que hasta causaba angustia y traumas en chiquillos y chiquillas que al no poder entender por qué tuvieran que disfrazar aquella parte, creían que ellos estaban malhechos, que estaban o habían nacido defectuosos, porque unas tenían la entrepierna rota, partida, y a otros les había brotado un enorme chipote… o un chipotito en la entrepierna
Esos escrúpulos escrupulosos eran atizados por los religiosos y las religiones y confundían a los chavillos, porque por un lado les decían que su cuerpo era templo del Espíritu Santo y luego decían que la carne era enemigo del hombre, que el cuerpo era cosa muy mala, baja y sucia… ¡pues a lavarla, señores, diría Macario!
Ahora que si los cuerpos son templos, un cuerpo sin campana y sin badajo no es templo, es por eso que se necesitan los dos cuerpos el masculino y femenino, la campana y el badajo, juntos son los verdaderos templos del espíritu santo, alegres y repicantes… sin campana y badajo juntos no son más que capillitas… pero no templos…pero esa es otra historia u otro cuento.
Lo que tenemos que admitir también es que la moral sexual nos la hicieron gentes que no tenían que ver mucho con sexualidad, su-pues-ta-men-te, porque como dijo aquel que dijo, si los hábitos de los monjes y las sotanas de los curas fueran de bronce nomás se oirían los repiques… Yo nomás repico, digo, yo nomás repito.
Casi me atrevería a decir, pero casi no me atrevo, que la sociedad ha sido dañada por falta de educación y por andar viendo en libros de anatomía monitos imperfectos, incompletos, sin sus partes y por una moral sexual mal hecha, escrupulosa y engañosa, esa moral que nos hace ver más pecaminoso el hecho de crear una vida que el hecho de quitar una vida…
Tal vez si hubiéramos crecido con menos escrúpulos y mejor información seríamos más sanos sexualmente y habría menos homosexualidad…y la que hubiera sería mejor entendida.
Lo que aprendimos y con lo que nos atusaban en la adolescencia y juventud era con que muchas enfermedades se transmitían sexualmente. Y sí, en realidad sí son muchas las “enfermedades” que se transmiten por la actividad sexual o por falta de sexo desde erección hasta depresión… desde felicidad hasta debilidad,  desde histeria hasta miseria, desde euforias hasta historias, desde…aquí hasta aquí porque ya no llega hasta allá. Pero si mucho se insistía en que el sexo transmite enfermedades no se insistía lo suficiente en que ¡el sexo transmite la vida!!!. Sí, señor la vida no es una enfermedad de transmisión sexual, pero sí se transmite sexualmente…
Por la falta de entender el sexo, la sexualidad y una sana moral sexual, es por lo que se ven cosas como las que se vieron hace poco en México…. cientos de miles de personas, creo que como 700 miles de personas salieron a la calle a dar la despedida honrosa a un homosexual que vivió casi en secreto su vida de familia, con hijos adoptados, casi en secreto porque la sociedad no aceptaba sus preferencias sexuales… Unas semanas después, cientos de miles salen a la calle, no a pedir un derecho, sino a pedir que no se les dé el derecho a otros que viven como ese que despidieron con honores y que quieren vivir sin tener que esconderse, que quieren vivir aceptados por la sociedad y reconocidos por la ley…
Creo yo que Pepito nos enseñaría mejor y nos haría una moral menos hipócrita y más racional…  He dicho.. salud y saludos…

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