La cirugía estética está considerada por muchos como algo clásico en las mujeres, sin embargo, en los últimos 20 años este tipo de intervenciones se ha incrementado en los varones un 29% solo en Estados Unidos, según la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos y Estéticos (ASAPS).
Moisés Martín Anaya, especialista en Cirugía Plástica Reparadora y Estética, afirma a Efe que las intervenciones más demandadas son la ginecomastia, reducción del pecho masculino; la rinoplastia, eliminación de párpados caídos y bolsas en los ojos; la otoplastia, que es el retoque de las orejas; y los implantes capilares.
El aumento de estas intervenciones en los hombres, no solo se debe a que vivimos en un mundo cada vez más preocupado por los cuerpos perfectos y menos por la belleza natural, también tiene relación a un término acuñado por la prensa estadounidense, “Incel”.
Proviene de “Involuntariamente Célibes” y, sociológicamente, podría ser calificado como entorno cerrado de hombres rechazados para formar una pareja o simplemente salir de ocio, precisamente por su aspecto físico.
Por otro lado, menos enfermizo pero cada vez con mayor frecuencia, “nos encontramos con al fenómeno “daddy do over”, que sería el concepto masculino del “mommy makeover”.
“La diferencia entre uno y otro es que ellas buscan recuperar su cuerpo anterior al nacimiento del bebé, mientras que ellos buscan volver a los treinta años”, matiza el experto.
Entre las operaciones están La otoplastia, además de reducir el famoso “flotador” –los “michelines” sobrantes de la zona de la cadera-, la papada y la tripa en exceso. Sin faltar, por supuesto, el injerto capilar”.
En Estados Unidos, según datos de la (ASAPS), 1,3 millones son los hombres que se han sometido a algún tipo de operación estética y plástica durante el año 2018. La investigación explica que, en esta nueva tendencia del “daddy do over”, lo que se produce es un intento de cambio de vida, en el que, por ejemplo, si antes este tipo de pacientes quemaban 1.000 calorías diarias a base de ejercicio y gimnasio, ahora solo desean quemar 500.
Por Ana Fernández Alonso. // EFE/REPORTAJES
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