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La Familia: Principal Educadora en el Respeto

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Las escuelas y otras instituciones ayudan en la educación de los hijos. Sin embargo, los padres tienen la responsabilidad de enseñarles algo que en ningún otro lugar aprenderán: “Los Valores!”

  Con respecto a la educación, muchas personas piensan que los maestros tienen la obligación y responsabilidad de enseñarle a los niños de todo, incluyendo valores morales como la solidaridad, la honestidad, el respeto etc, pero no debemos olvidar aquello de “La educación empieza en casa” y la familia es la única responsable de enseñar estos valores… sin excepciones!!

VALOR EN DECLIVE

Uno de los valores que más carecen las familias de hoy (sobre todo los hijos), es el respeto hacia los demás y muy especialmente hacia los adultos mayores, o a quienes pertenecen a otras culturas, religiones, clases sociales, etc.

   Y los responsables de este comportamiento no son, de ninguna manera sólo los maestros, sino en mayor medida los padres. Y es que el niño aprende, desde su hogar, que existen personas diversas. Las distinciones más básicas, las que el niño percibe desde sus primeras experiencias en el hogar, son las que se dan entre el padre y la madre, entre padres e hijos, abuelos y  entre los familiares cercanos e incluso entre aquellos que aún sin ser familia, están en contacto frecuente con los chicos.

De la única manera que un menor puede aprender a respetar es a través de sus padres; cuando observan que ellos se tratan entre sí con cariño y respeto, sin alusiones despectivas. 

  Probablemente usted está de acuerdo en que cada ser humano merece respeto, pero tal vez no esté del todo consciente que para recibirlo, primero hay que darlo. Y es tarea de usted, como padre, que sus hijos reconozcan que es necesario tener siempre una actitud benévola hacia la forma de ser y pensar de otros, aunque sea diferente.

 Piense esto por un instante: Hay niños varones que por desgracia debido a lo que ven en casa, se acostumbran a criticar a la mujer, incluso a despreciarlas o a tratarlas como seres inferiores a los hombres. Pero puede ocurrir algo parecido en las niñas, que por lo que oyen ‘cortan parejo’ y piensan que todos los hombres son informales, violentos, desordenados, dejados, agresivos, viciosos, etc.

ATENCIÓN Y CORRECCIÓN ES LA SOLUCIÓN

 Ante las situaciones ya descritas, los padres necesitan estar muy atentos a evitar este tipo de discriminaciones. El trato que reine entre ambos, lo que diga él sobre la madre y sobre las mujeres, lo que diga ella sobre el padre y sobre los hombres, sea lo que fuere, bueno o malo, dejará una huella profunda en los hijos.  

  Si los padres, de buena manera y con amor llaman la atención o corrigen cualquier comentario ‘machista’ o ‘feminista’ dando explicaciones asequibles a cada edad, será mucho más fácil que los pequeños y adolescentes tomen actitudes correctas.

  Otra distinción se refiere a las diversidades raciales y sociales. Los padres están llamados a ayudar a los hijos a no despreciar a nadie por ser de raza o posición social distinta. La bondad o maldad de las personas no depende ni del color de la piel ni de la cantidad de dinero que posean. Por eso, los padres deben evitar dar comentarios o juicios racistas o sexistas, sobre todo delante de los chicos.

   Un ámbito importante a tener en cuenta es el de la existencia de distintos niveles intelectuales y de discapacidades físicas. Es triste encontrar a niños y adolescentes que desprecian a compañeros o a adultos porque les falta una mano, o porque padecen de enfermedades congénitas, o porque tienen el rostro quemado. Como también es triste que desprecien al compañero que tartamudea en clase, o que siempre lo suspenden en inglés, o que es malo en los deportes. También hay lugares en los que el despreciado es el “intelectual”, el más listo, que recibe continuas humillaciones de sus compañeros de aula.

   La familia necesita convertirse en un auténtico “hospital” para curar este tipo de discriminaciones tan presentes en muchas escuelas. Los padres pueden pedir a sus hijos que inviten a compañeros a casa, observar prudentemente cómo los tratan, y ver si hace falta, dar una palabra de corrección ante actitudes intolerantes y alentar a mantener un buen espíritu de compañerismo. Igualmente, a través del diálogo con los profesores, pueden conocer mejor el comportamiento de sus hijos en el grupo y si hace falta, ser más insistente en el respeto hacia todos.

 Es importante que como adultos ayudemos a nuestros hijos a descubrir cuántas riquezas humanas se esconden bajo apariencias sencillas, rostros arrugados, cuerpos con discapacidades, entre otros. Sólo así se podrán preparar nuevas generaciones que construyan un mañana con menos discriminaciones y con mucho más amor y respeto!

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