Al frente del Ejecutivo se tiene al presidente más corrupto que ha dado la historia del país. Richard Nixon, el infame presidente republicano que tuvo que renunciar antes de ser declarado culpable por el Congreso, se queda chiquito a lado de los actos de corrupción de Donald Trump.
Los cargos imputados contra el actual presidente son: Abuso de poder y obstrucción al Congreso. Pudieron haber sido “intento de soborno”, “traición a la patria”, “obstrucción a la justicia”, “mentir bajo juramento”, “atentar contra las instituciones democráticas del país”, “corrupción” o incluso “perjurio contra la dignidad nacional”. Todos estos cargos son imputables, y todos estos cargos los cometió Trump.
Asimismo, en base a los códigos del derecho penal del país, Trump cometió delitos de abuso sexual; estuvo involucrado con delincuentes que cometieron violaciones a los derechos humanos y acogió a degenerados implicados en la trata de personas; varias mujeres le acusaron de violación sexual, acoso sexual, incluso abuso doméstico (su primera esposa Ivana); también está documentado que solicitó sexo a prostitutas en estados donde está prohibido esta forma de “negocios”.
En el plano civil, Trump violó los derechos de las personas de las minorías étnicas. Su empresa de bienes raíces discriminó a personas afrodescendientes al no permitir a personas de este grupo a rentar sus apartamentos. No le importó insultar directamente a personas discapacitadas y llamó a diversas mujeres una cantidad de nombres sin justificación. Lo anterior, por supuesto, son violaciones de discriminación y difamación, respectivamente.
En el plano ético, Trump sinvergüenzamente ha arremetido contra las personas indocumentadas cuando sus empresas han estado explotando la mano de obra barata de los inmigrantes. Trump miente como ningún otro político; contrata a personas corruptas; se comporta como un jefe de la mafia y no como un presidente.
A Trump sólo le importa su persona, su familia y su dinero. Nosotros, los estadounidenses, no le importamos “un comino”. Personas como Trump nunca deberían tener acceso al poder político.
Así, lo más seguro es que va a ser hallado culpable e imputado por los dos cargos que se le acusa en la Cámara Baja. Luego, en los próximos meses, el turno será del Senado. Aquí se estará debatiendo si va o no ser removido de la Presidencia. Lo más probable es que la mayoría republicana vote en contra de la destitución.
Al final no se lo removerá de su cargo, aunque el proceso del “impeachment” es muy importante debido a que crea un precedente importantísimo para que otros futuros presidentes no se atrevan a fomentar el abuso ni afecten los procesos políticos pendientes en el Congreso.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com
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