La Misteriosa Historia del Santo Grial

La desaparición del Cáliz del cual bebieron Jesús y sus discípulos en la última cena es la pieza central de uno de los misterios más simbólicos de la pasión y crucifixión

 En la Ultima Cena de Jesús con los doce apóstoles, Jesús partió el pan ázimo de la Pascua y, cuando lo repartía, dijo: “Este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros; haced esto en memoria mía”. Después de cenar, cuando los apóstoles se pasaban de uno a otro la copa de vino, El dijo: “Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros”. De estas dos oraciones proviene la tradición cristiana de la comunión, en la cual el pan representa el cuerpo de Cristo y el vino, su sangre. Pero el cáliz del cual bebieron Jesús y sus discípulos es la pieza central de dos misterios diferentes, que no han sido descifrados en más de dos mil años.

¿QUÉ SUCEDIÓ CON EL CÁLIZ?

  Los evangelios no hacen ninguna mención del cáliz que se usó en la Ultima Cena, pero otros textos cristianos antiguos afirman que fue a dar a manos de José de Arimatea, el rico judío que posiblemente era tío de Jesús y que bajó el cuerpo de la cruz para sepultarlo. En el momento en que José preparaba el cuerpo para depositarlo en el sepulcro, o mientras Jesús aún estaba en la cruz, un poco de su sangre cayó en el cáliz y lo convirtió en un objeto sagrado que se conoce como Santo Grial.

  Cuando el cuerpo de Jesús desapareció del sepulcro, los ofendidos ancianos judíos acusaron a José de habérselo robado. Lo encarcelaron, fue cuando Jesús se le apareció en una visión y lo nombró guardián oficial del Grial. Durante todo el tiempo que José permaneció en prisión se mantuvo vivo gracias a que todos los días llegaba una paloma con una hostia que depositaba en el cáliz.

  Al quedar libre en el año 70, José partió al exilio y llegó a Inglaterra donde, se dice, que José de Arimatea, alguna vez llevó a Jesús niño. Fundó la primera iglesia cristiana en Glastonbury, y allí -en alguna parte- creen muchos que todavía está oculto el Santo Grial.

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 Existen otras versiones de esta leyenda, la mayoría mucho más elaboradas. En ellas el Grial no es necesariamente un cáliz: puede ser cualquier cosa, como una piedra, una serie de visiones, un plato, una matriz e incluso un símbolo de la alquimia. Lo único en que coinciden esas leyendas acerca del Grial es que está oculto y que sólo puede encontrarlo el más puro de los hombres.

  Los caballeros de la Mesa Redonda del rey Arturo se dedicaron en cuerpo y alma a buscarlo, pues creían que se hallaba oculto en el misterioso castillo del Rey Pescador. Tres de los caballeros obtuvieron éxito: Sir Perceval, Sir Galahad y Sir Bors. Sólo este último, el más ordinario de los caballeros, regresó para contar la historia. Los otros eran tan puros, y era tan poderoso el Grial, que no pudieron regresar a la realidad cotidiana. 

  Al parecer, estos relatos son expresiones poéticas de la búsqueda de una meta espiritual, y el objeto que simboliza el Grial no es lo importante. Y es casi seguro que los relatos del Rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda son versiones cristianizadas de leyendas paganas mucho más antiguas, originadas, al menos en parte, en Oriente.

LINAJE SAGRADO

  Otra leyenda relacionada con el Santo Grial narra la manera en que María Magdalena, que se encontró a Jesús paseando en el jardín después de su resurrección, llevó el Grial a Marsella. Una teoría moderna sostiene que el Grial de María Magdalena no era un objeto, sino el linaje del mismo Jesús. Según esta versión, El se casó con la pecadora arrepentida y, a su debido tiempo, sus hijos fundaron la dinastía y reyes merovingios.

  La idea sorprende, pero quizá no tanto como la teoría de que el cáliz usado en la Ultima Cena puede seguir escondido, hasta la fecha, en algún lugar del occidente de Inglaterra.

  Pero mientras aparece y se conoce la forma física del Santo Grial, éste seguirá siendo uno de los Enigmas y Misterios de la humanidad y seguirá teniendo un significado místico y mágico especial que simboliza la meta espiritual de la integridad interior de todo cristiano.