Corre por el bosque de Magicolandia una hermosa leyenda. Vamos a dejar que nos la cuente el Mago Topo, muy entendido en estas cuestiones y que vive, desde hace mucho años, en esos misteriosos parajes.
-¡Hola, amigos! les voy a narrar la bella historia de Ranina, quien se enamoró de la fría y distante luna que iluminaba las noches de Magicolandia con su ancho rostro cubierto de volcanes.
¡Qué mayor tragedia, queridos lectores, que enamorarse de alguien a quien no se puede tocar ni acariciar, a quien ni siquiera se le puede sentir cercano y vivo! Ahora comprenden el dolor y tristeza de la pobre Ranina, ¿verdad? Ella, noche tras noche, croaba desesperadamente, intentando hacerse oír por su enamorada. Mas ¡ay!, sólo el mayor de los silencios le contestaba.
Poco a poco, Ranina iba languideciendo…, y sus vecinos se iban irritando cada vez más, pues, Ranina, ajena a todo, excepto a su amor, no dejaba dormir a bicho viviente en el bosque. Como todos vieron que sus protestas de nada servían, empezaron a croar al mismo tiempo, en respuesta a los cantos de amor de Ranina. Así se pasó el tiempo.
Ranina, la fiel enamorada, murió de melancolía, mientras la indiferente Luna seguía en su lugar de costumbre. Desde entonces, muchas ranas románticas, siguiendo su ejemplo, se enamoraron de la Luna y croan durante las noches. A su vez, los pobres vecinos contestan de la misma forma, irritados, y ¡ya tenemos la causa del concierto que cualquier noche de luna pueden escuchar todos ustedes! ¡Adiós, amiguitos! – dice el Mago Topo.
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