En lo más profundo del bosque vivía una tortuga que cuando algo le fallaba, se ponía de un humor horrible, tan feo era su “mal genio” que hasta daban ganas de echarse a correr, pues arremetía verbalmente contra el primero que se le cruzaba en su camino. Si no podía hacerlo con un animal, para eso estaban las flores o las piedras pagando ellas el mal genio de ésta, sin tener culpa alguna ante tan mal genio.
Era frecuente verla pelear con alguien, y sus rabietas no dejaban títere con cabeza. Sus amigos creían que lo mejor era romper con ella para siempre y la tortuga pareció adivinarlo, pues, tras uno de sus violentos enfados, cogió sus cosas y se marchó del lugar, pensando en no volver jamás.
Pero al poco tiempo, todos se dieron cuenta de que, en el fondo, echaban mucho de menos a la tortuga “mal genio”. Al fin y al cabo, sus enfados les entretenían mucho. Por su parte, la tortuga también añoraba a sus amigos y, claro!, de paso el poder echar la culpa a alguien de sus errores, y por eso pensó en regresar.
Cuando volvió junto a sus amigos fue recibida con alegría y mucha emoción. Ahora las broncas siguen, sin duda, pero como ya todos se han acostumbrado a ellas… pues ya casi ni les preocupan!!!
Moraleja: Amiguito, piensa que la verdadera amistad te acepta tal y como eres, con seguridad!!!
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