La mayoría de los hijos suelen tachar de injustos a sus padres cuando por su propio bien los regañan o castigan, algunos incluso amenazan a sus progenitores con cosas como: ‘Voy a irme de la casa’, ‘Me voy a matar’, etc… ¿Qué debemos hacer ante estas amenazas?
La mayoría de los hijos suelen tachar de injustos a sus padres cuando por su propio bien los regañan o castigan, algunos incluso amenazan a sus progenitores con cosas como: ‘Voy a irme de la casa’, ‘Me voy a matar’, etc… ¿Qué debemos hacer ante estas amenazas?
Carmen no se entendía muy bien con su hijo Javier de 14 años. Todo el tiempo se la pasaban discutiendo y peleando hasta que un buen día su hijo le dijo que ya no la aguantaba y que se iría de la casa.
En ese momento Carmen no tomó muy en cuenta la amenaza de su hijo, pues lo creía incapaz de cumplir lo que le dijo. Sin embargo, sí lo cumplió y ahora ella está desesperada por saber dónde está.
La mayoría de las amenazas de los niños y adolescentes no se realizan y por lo mismo, muchas veces no son tomadas en cuenta. Pero cuando si ocurre, como en el caso de Carmen, todos se preguntan, ‘¿Cómo pudo haber ocurrido?’, ‘¿por qué no se tomé en serio la amenaza?’
Amenazas… ¿Cuáles tomar en serio?
Muchas de las amenazas por parte de nuestros hijos son una forma que tienen de hablar para hacerse los toscos, fuertes o para llamar la atención. Algunas veces éstas son una reacción a una ofensa, rechazo o ataque percibido.
La presencia de alguna de las siguientes situaciones o amenazas aumenta el riesgo de comportamiento violento o peligroso, por eso no hay que echar en saco roto estas palabras de un jovencito:
Por lo general, los chicos amenazan con cometer algún acto violento contra algo, alguien e incluso contra él mismo, en cambio las chicas, mayormente piensan en irse de casa, pero psiquiatras y otros profesionales de la salud mental dicen que es una tendencia, pero no una regla general.
Ellos mismos están de acuerdo en que es muy difícil el poder predecir con completa certeza el comportamiento futuro de un niño o adolescente. Sin embargo, coinciden en que la mejor manera de predecir un futuro comportamiento es analizando su pasado. Por ejemplo, un niño con un historial de comportamiento violento o agresivo es más probable que lleve a cabo sus amenazas de violencia.
En esos casos, el padre o la madre, deben estar muy atentos, si se enteran que su hijo ha tratado de suicidarse o sugerir que se va a suicidar.
No son pocos los padres que muchas veces desconocen que sus hijos toman bebidas embriagantes o que usan drogas ilícitas.
En todos esos casos, -y algunos otros- aparte de buscar ayuda profesional, los padres deben tener cuidado en evitar que el joven tenga acceso a revólveres u otras armas, porque en un ataque de ira, las pudiera llevar a la escuela y dañar a otros.
Cuando un joven adolescente e incluso un niño hace una amenaza seria no se debe de descartar como si estuviese hablando en vano. Los padres, maestros y otros adultos deben hablar de inmediato con el chico.
Si se determina que está en peligro, pero él se niega a hablar, es evasivo, discute y contesta a la defensiva, o continúa expresando pensamientos y planes peligrosos, hay que hacer arreglos para una evaluación inmediata por un profesional de la salud mental.
En una situación de emergencia, o si el chico o la familia se niegan a recibir ayuda, puede que sea necesario hacer contacto con la policía local para conseguir ayuda o llevarlo a la sala de emergencias más cercana.
Los adolescentes que han hecho amenazas serias tienen que ser supervisados con mucho cuidado mientras esperan la intervención del profesional. La evaluación inmediata y el tratamiento apropiado continuo de los jóvenes que hacen este tipo de amenazas pueden ayudar al joven en problemas y minimizar el riesgo de una tragedia.
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