Una afirmación tan simple: “Las vacas no dan leche” corrió por las redes sociales hace unos días…. Quiso la suerte que junto a esa afirmación corriera por el mundo la noticia (con fotos) de una vaca que se arrodilló, aparentemente implorando por su vida, ante los que la llevaban al matadero; uno de los cuales, conmovido, subió fotos a la internet. Sin duda alguna las fotos y videos son impactantes, al grado que salvaron la vida a la susodicha vaca y en dos por tres se juntó el rescate suficiente para comprar la vida de la vaca que, en lugar de ser llevada al matadero, fue llevada a un monasterio budista, donde estará a salvo… Eso esperamos. Alguien aventuró la idea de que podría estar embarazada y su actitud se debió más a salvar la vida de la cría que llevaba en el vientre. Otros aseguran que la vieron llorar y que se arrodilló de nuevo ante sus libertadores como en señal de agradecimiento.
Que las vacas no dan leche es una verdad tan grande como de aquí hasta el ‘Potrero grande’, ¿O alguna vez has visto a una vaca con bote por la calle vendiendo litros de leche? Las vacas no dan leche ni la venden, la producen para sus crías, sólo que nosotros las volvemos en vacas lecheras, las hacemos que produzcan más leche de la que necesitan y luego se las quitamos, con malas mañas.
Que las vacas no dan carne es todavía más evidente. Para obtener carne de las vacas hay que matarlas…. Lo mismo se diga de la carne de cerdo, borrego, gallina, etc…
Alguna vez te platiqué de una vez que fuimos a una ordeña en la sierra un grupo de familias de compañeros de estudios. Cuando los muchachos de la ciudad, sobre todo las muchachas vieron por primera vez lo que era una ordeña: lo sucio de los corrales y la forma como se obtenía la leche juraron no volver a tomar leche… ¿Volverían a comer carne si un día vieran las matanzas en los rastros? Lo dudo.
A veces nos hace falta una llamada de atención para ver la realidad. Si viéramos en persona las matanzas y la forma ‘inhumana’ en que matamos millones de animales para alimentarnos, podría ser que ya hubiéramos encontrado nuevas, y tal vez mejores, formas de nutrirnos, sin necesidad de que los animales nos imploraran de rodillas.
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