“Eran otros tiempos.”… así terminó llamándose un libro que escribí de “historia” e historias de mi pueblo y que en un principio se iba a llamar “Recuerdos del pueblo de mis recuerdos,…” Así se iba a llamar el libro no el pueblo… pero a medida que iba escribiendo empecé a repetir mucho la frase “eran otros tiempos” y comprendí que eso era un mensaje divino, celestial o extraterrestre de que el libro se debería de llamar “Eran otros tiempos..,” … y así se llamó, pues.
Antes, para poder hablar de “otros tiempos”, debería de tener uno buena memoria, porque para pasar de “unos tiempos” a “otros tiempos” pasaban años, muchos años… Hoy “en estos tiempos” apenas pasan unos años y ya puede uno hablar de otros tiempos… ¿te acuerdas cuando no había celulares? ¿te acuerda cuando no había computadoras personales? Te acuerdas cuando no había televisiones…?… esos eran “otros tiempos”. ¿Te acuerdas cuando hiciste tu primera llamada por teléfono…? Qué preguntas son esas… Pues yo sí me acuerdo de todas esas cosas, porque yo, (como muchos otros viejos y viejas que veo en las calles) viví en “otros tiempos”… Tenía 13 años cuando, estando en Guadalajara, a donde nos habían llevado a muchos muchachos a hacer un curso a ver si calificábamos para entrar al seminario….porque nos decían que dizque podíamos ser“otros Cristos” y nada más ni nada menos que mediadores entre dios y los hombres… por lo pronto ir a la ciudad por un mes era ya una aventura para un muchacho de rancho y de pueblo de aquellos “otros tiempos…” Un día se le ocurrió a un maestro hablarme por teléfono… Cuando me dijeron que tenía una llamada me dio un salto el corazón…medio sabía cómo agarrar el teléfono, pero grité para que me oyera el que estaba al otro lado de la línea y al otro lado de la ciudad. Hable unos minutos que se me hicieron eternidades. Dejé el fregao teléfono mojado de sudor, también de miedo se suda cuando llorar no se puede… Pero luego que me repuse del susto y de la emoción fui y les presumí a los paisanos que ya “sabía” hablar por teléfono… No se me olvida esa ocasión… eran otros tiempos. Hoy los niños salen del útero con el celular en la mano.. “Did you call, mon?”… “Sorry it took long, mon, I was charging myself, you can disconnect me now…”
Muchos años después de mi primera llamada por teléfono, mis hijos insistieron en que era tiempo de que comprara un celular. Les di el gusto. No sabía yo nada de esas tretas, vainas, como dicen los colombianos y traía el celular en al bolsa de la camisa sin darme cuenta que vibraría al recibir una llamada, ni sabía que los celulares vibraban; cuando sentí ese pataleo al lado del corazón lo primero que pensé fue que me iba a dar un infarto y por poco me da uno, de puro miedo de que me diera… Y no te cuento más de cosas que le pasan a uno con las modernas tecnologías, porque a ti ya te habrán pasado… y que no tiene por qué darnos vergüenza, simplemente estos son “otros tiempos”. Mejor, deja y te platico de “mis tiempos…”
Allá cuando estudiaba para cura, al terminar un año de estudios nos llevaban a vacaciones a pueblitos de la sierra… a Tapalpa, a Concepción de Buenos Aires… un año fuimos a Atemajac de Brizuela y recuerdo que había un viejito que tenía una huerta con muchos árboles frutales y cuando nos veía pasar nos invitaba a cortar manzanas y a platicar… Un día salió la plática de Guadalajara y el viejito nos dijo que nunca había ido a Guadalajara .. “es que nunca se ofreció, no tuve a qué ir”… De hecho no conocía ninguna ciudad, por eso le gustaba que le platicáramos. Un día nos hizo reír porque nos platicó que cuando pasaba un avión por el cielo tranquilo de aquellos años y aquellos tiempos, su mamá hacía que él y todos sus hermanos se arrodillaran, porque ella creía firmemente que eso que cruzaba por los cielos era la paloma del Espíritu Santo y los ponía a rezarle al… al.. avión.
Todos ser rieron, hasta él mismo se rió con ganas, pero yo me quedé pensando en algo que a mí me había pasado y que si lo platicaba también se iban a reír. Yo entendí muy bien al viejito, porque si en “mis tiempos de infancia” casi no pasaban aviones por rancho que era terreno plano, no había caminos, pues, menos pasarían por la sierra cuando el viejito de las manzanas era niño.
Sucedió pues, que un día que me mandaron a traer un bote de agua al tajo, así le decíamos una presita que parecía pozo, cuando regresaba con mi bote de agua se empezó a oír un ruido raro, volteé a todos lados y nada, pero a medida que el ruido iba creciendo noté que veía de las nubes. Allá muy arriba, en las alturas volaba.. una avioneta, yo creo, pero a mí me pareció algo así como un dragón, y que aviento el bote del agua y corro a tirarme de panza entre dos surcos… sudé frió, recé, porque de niño le dicen a uno que eso es bueno cuando está uno en aprietos o en peligro; de cuando en cuando levantaba la vista rápido a ver si se retiraba el “animal” o venía a atacar…. No sé, no recuerdo lo que pasaba por mi mente, sólo recuerdo que tenía mucho miedo, sería que asociaba uno los aviones con bombardeos, porque en el rancho nadie hablaba de viajes en avión…
Lo cierto es que eran “otros tiempos”. Otros tiempos que yo no cambiaría por nada, ni siquiera por estos modernos tiempos en que… sí, por culpa nuestra, de los viejos, han ido cambiando y desapareciendo muchas cosas tan buenas que teníamos en “aquellos tiempos” ¡Salud!!! y saludos.
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