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Llave # 7 ¿Cómo nos mostramos?

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Todos los días de tu vida pueden ser un gran día, por lo que te propongo que continúes leyendo esta serie de artículos extractados del libro: Las 12 llaves para vivir mejor y ser más exitoso! 

 

 La mayoría de las veces elegimos con mucho cuidado lo que mostramos a los otros de nuestras personalidades.

 Imagine que tenemos una casa con muchísimas habitaciones y sólo mostramos aquellas que queremos mostrar de acuerdo a la persona que nos viene a visitar. Siempre vamos a mostrar las habitaciones que queremos exponer en relación a la persona que tengamos delante. Posiblemente siempre sea más lo que NO se muestre que lo que SÍ se muestre. Abrimos las puertas de las habitaciones que solamente queremos mostrar, pero quizás algunas de esas puertas que también quisiéramos abrir para compartir con otros, las dejamos cerradas, tal vez por nuestra propia inseguridad. 

Es cierto también que algunas de ellas jamás serán abiertas a nadie. Y eso es saludable porque cada uno de nosotros tiene soledades y secretos que hay que cultivar también, de la misma manera que hay que cultivar todo lo que sí decidimos compartir. 

Es como si, cuando nos mostramos, fuésemos un iceberg en el que se ve solamente la parte que surge del agua. Hay una parte de ese iceberg que es más grande y que está debajo del agua y nadie la ve. Es la parte de nuestra personalidad que no se está mostrando. 

El espejo social (el “qué dirán de mí”) siempre hace que juguemos al juego de cómo nos vamos a mostrar. Nos condiciona en cierta manera porque generalmente nos interesa más lo que los otros piensan de uno que lo que uno piensa de sí mismo. Por eso, muchas personas actúan como si vivieran una película metida en su propia vida. 

Muestran sentir cosas que no sienten, fingen emociones, fingen pasiones y hasta fingen seguridades. A ese iceberg de la personalidad lo llevamos a todos lados y hasta cuidamos lo que queremos mostrar o lo que queremos decir. 

En nuestras conversaciones, generalmente, en vez de “buscar primero entender al otro” caemos en el “entiéndeme a mí y después me dices.” ¿No es ésta la manera en que la mayoría de las veces tratamos de comunicarnos? Nos gusta más ser escuchados que escuchar porque obviamente es más fácil y menos trabajoso. Si todos vemos la realidad de una manera distinta, ¿por qué, entonces, no esforzarnos por entender cómo está viendo esa realidad la persona con la que estamos hablando? 

Algunos de estos conceptos los he aprendido del libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen Covey. ¡Se lo recomiendo!

En la próxima edición el tema a tratar será:

¨El lenguaje Corporal¨

 

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