A raíz de devastadores incendios forestales, huracanes e inundaciones récord, las historias de fantasmas están encontrando un curioso resurgimiento. En las regiones más afectadas por los desastres naturales, las historias de avistamientos espeluznantes y presencias fantasmales parecen hacer eco del trauma que dejan estos eventos.
El duelo hace cosas poderosas en el cerebro, dice Leslie Hartley Gise, experta en psiquiatría de desastres. “La gente ve y escucha a sus seres queridos después de que mueren. Creen que se están volviendo locos”, dice.
Pero los psicólogos sugieren que estos encuentros sobrenaturales podrían reflejar cómo las personas procesan una pérdida abrumadora.
CÓMO EL TRAUMA CREA FANTASMAS
A nivel biológico, el duelo y el trauma pueden desencadenar la liberación de cortisol y otras hormonas del estrés, lo que provoca síntomas como la falta de sueño y la sobrecarga sensorial. Estos factores pueden contribuir a las alucinaciones que se sienten tan reales como los recuerdos reales, lo que puede explicar por qué muchas personas en duelo informan haber visto o escuchado a sus seres queridos fallecidos.
En las zonas de desastre, la sensación de irrealidad se intensifica. El ulular de las sirenas, las luces parpadeantes y la espeluznante visión de escuelas y calles abandonadas nos ponen nerviosos, preparándonos para percibir cosas que no están allí.
Gise dice que los sobrevivientes angustiados pueden sentir desrealización o despersonalización. “Sienten que el mundo no es real, o que no son la persona que eran, o que se miran en un espejo y no se ven a sí mismos”, afirma. Este fenómeno sugiere que, en lugar de ver realmente fantasmas, los individuos pueden sentirse como fantasmas ellos mismos. Además, el estado del entorno edificado después de un desastre puede exacerbar estos sentimientos. En las zonas devastadas, los edificios que se desmoronan y los sitios industriales en llamas pueden liberar productos químicos tóxicos como mercurio, arsénico o pesticidas. Estos contaminantes pueden filtrarse en el suministro de agua y causar alucinaciones o incluso convulsiones precedidas por “una sensación de fatalidad inminente”.
Por Daniel Seifert ///nationalgeographic.es
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