Guepardín y Panterín son dos grandes aficionados a la investigación científica.
Siempre se les ve haciendo los más extraños experimentos que, según dicen, están destinados a “mejorar” la suerte de sus congéneres, los animales.
– “Señores inventores, les pregunto en nombre de los queridos lectores: ¿qué se proponen con esos polvos rojos que tienen en la probeta?”, les cuestionó un periodista.
– Nada en particular. Hacer una versión moderna de los polvos pica-pica -responde Panterín-.
¡Ya verán amigos, lo bien que lo vamos a pasar todos mañana por la mañana en nuestra clase!. Por supuesto, están todos invitados.
Bien, ¿qué les parece la idea, queridos amigos? ¿Están dispuestos a visitar la clase de Guepar-dín y Panterín? ¡Adelante, pues!
Don Elefante, el señor profesor, está sentado en su mesa. La clase, medio vacía, medio llena, según sean optimistas o pesimistas. De repente, don Elefante empieza a rascarse frenéticamente, a saltar y a dar grandes tumbos en su sillón. Después, tose y lagrimea como un cirio ardiente. Ya saben lo que le ocurre, ¿verdad? Nuestros amigos científicos le han echado sus polvos recién inventados bajo el sillón.
Don Elefante, enfurecido, castiga a toda la clase a permanecer dos horas más estudiando por la tarde y sin ir a casa, pero Guepardín y Panterín, valientes y honrados, se declararon culpables y se sometieron solos a dicho castigo.
-Desde mañana emplearemos nuestro ingenio y nuestra ciencia en cosas provechosas para todos -promete Guepardín, muy serio.
Moraleja: Graves problemas tendrás que enfrentar si de tu ingenio te gusta abusar!!
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